“os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.”
Hebreos 13:21 RVR1960
Para acometer cualquier acción o actividad, siempre se requieren determinadas condiciones que deben cumplirse. Si queremos estudiar una carrera de artes, debemos tener aptitudes para ello. Del mismo modo sucede con deportes, carreras militares u otro tipo de profesiones que dependen de una preparación previa o que tengamos determinada vocación para ello. Pero en sentido general, siempre requerimos una predisposición para lo que sea que nos propongamos.
Ser capaces de hacer buenas obras no es algo diferente. Puede que un día ayudemos a alguien a cruzar una calle, o demos el asiento en el transporte público, o quizás demos algo que nos pertenece a una persona que lo necesita, pero el próximo día ya nos puede resultar gravoso, ya pensamos que podemos llegar tarde, que nos cansaremos por ir de pie, o que nos estamos quedando sin pertenencias. El egoísmo, la indolencia y nuestra naturaleza hacen que sea difícil para nosotros permanecer haciendo el bien. Por ello, el autor de la epístola a los hebreos escribe: Dios los haga aptos en toda obra buena para que hagan Su voluntad, haciendo Él en ustedes lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Es Dios quien debe crearnos las condiciones para toda buena obra, para que podamos dar sin dudar, que obremos en favor de otros sin esperar retribución, y que nos sintamos bien haciéndolo.
En esto se evidencia la necesidad que tenemos de Dios, que es quien pone en nuestro corazón tanto el querer como el hacer. Dispongámonos a hacer Su voluntad, y seamos como herramientas útiles en Sus manos, dispuestos a agradarle y servirle, siendo canales de bendición a otros. ¡El Señor te bendiga!
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