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Cristo se compadece de nosotros

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”

Hebreos 4:15 RVR1960

Los seres humanos, a lo largo de la vida, tienen exposición a diversos productos, que definen sus gustos y preferencia, pero, dependiendo de lo que sea que les agrade, muchos han terminado teniendo vicios. Estos pueden ser tan inofensivos como el café, tabaco, azúcar; algunos más dañinos, como el alcohol, juegos; y otros aún más peligrosos, como la droga. Estar atado a ellos, hace que nos convirtamos en dependientes de esas sustancias o actividades, y en casi todos los casos afectan la salud y pueden ocasionar la muerte. Un cristiano no debe estar sujeto a estos vicios, pues no solo limitan su libertad, sino que llegan a tener mayor relevancia que Dios para ellos, y afectan su cuerpo, acortando su vida.

Sin embargo, una persona que no haya pasado por esto nunca, es incapaz de entender a alguien que se encuentra atado a alguna de estas adicciones. Es fácil juzgar, y decir que es falta de voluntad, o poca fe. Es necesario tener la experiencia para poder hablar con propiedad. Del mismo modo sucede cuando alguien es débil a algún pecado. Si no somos tentados por ese pecado, nos es difícil ponernos en el lugar de otra persona, y más que compasión, somos propensos a juzgar. Sin embargo, el autor de Hebreos nos dice en este pasaje: no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Este sumo sacerdote es Cristo, y si bien no cedió ante ninguna de las tentaciones, si las experimentó en un cuerpo humano, fue capaz de sentir las debilidades que tenemos y cómo pueden parecernos llamativos los ofrecimientos del enemigo. Por eso puede compadecerse de nosotros. Por eso intercede ante el Padre. Y precisamente Su fuerza de voluntad, la que le hizo resistir, es la que nos tratará de inculcar si acudimos a Él.

Los hombres juzgan ante nuestras debilidades, y más si caemos y pecamos. Olvidan que ellos también pueden caer, o que quizás se encuentran cometiendo otros pecados. Sin embargo, Jesús nos entiende, muestra compasión, intercede ante el Padre, porque sabe por lo que estamos pasando. Cuando seas tentado, acude a Él. Te ayudará y dará la salida para que no peques, y logres vencer los lazos del enemigo. ¡El Señor te bendiga!

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El que soporta la tentación

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.”

Santiago 1:12 RVR1960

Cada uno de nosotros tiene preferencias y gustos específicos, que no necesariamente son iguales al de las otras personas, y estos nos causan placer, aunque sepamos que nos hacen daño y pueden costarnos la vida. Hay personas que hallan particular deleite en el alcohol, otros en el azúcar, algunos en la comida, hay quienes su debilidad es el tabaco o el café, y así sucesivamente. Otros gustos pueden ser más nocivos aún, causando no solo posibles trastornos permanentes al organismo, sino afectando nuestro estado espiritual también, como puede ser la fornicación, el adulterio. Esto que tanto nos agrada, pero que no nos conviene se convierte en nuestra debilidad.

Esto que nos gusta sobremanera es lo que emplean los demonios en contra nuestra, y aún nosotros mismos nos mantenemos pensando una y otra vez en lo que nos causa placer. Se convierte en un modificador de nuestra conducta, y con nuestras debilidades somos tentados, y se torna en una batalla interna entre hacer lo que causa placer y tienen consecuencias nefastas o hacer lo correcto. Santiago dice: Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Y es que no ceder a nuestros impulsos es una prueba difícil y agotadora. Muchas veces nos tratamos de convencer a nosotros mismos que no nos hará nada, que no es malo hacerlo, o tratamos de buscar una justificación. Pero esto nos puede costar la vida, y la salvación. Hay también un premio para los que logran soportar la tentación, y es la corona de vida, pero ésta es la vida verdadera, eterna.

Luchar contra nosotros mismos es difícil. Mas que los demonios, somos nosotros nuestros principales enemigos. Necesitamos ayuda para poder soportar la tentación, y esta la encontramos en Dios, que es quien nos fortalece para que podamos salir vencedores de esa prueba, y posteriormente tengamos acceso a la vida eterna. ¡El Señor te bendiga!

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Siendo tentados

“Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.”

Mateo 4:3 RVR1960

Suele decirse que la mejor estrategia del diablo es que nadie cree que él existe. Sucede que las personas dedican toda una vida a negar la existencia de Dios, pero nunca se hace referencia a Lucifer en nada, excepto en la música rock como un tema sobre el que componer canciones, últimamente como protagonista de series de televisión, en las que tiene tal tratamiento que uno llega a simpatizar con este demonio, en juegos, en la literatura y en comics o historietas. Muchos usan ropa con imágenes o símbolos asociados a este ángel caído, y suele ser tomado como broma, sin darse cuenta del grave peligro al que estamos expuestos.

Les guste a las personas o no, todo aquel que no ha aceptado a Cristo como salvador está bajo el dominio de Lucifer. Sin embargo, es un ser taimado, traicionero, que no revela su existencia con facilidad y tiene en sus manos más del 66 porciento de la población mundial, arrastrándolos a condenación y siendo causante de tentación para los que creen en Dios. En el evangelio de Mateo, vemos un evento interesante cuando dice: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Esto tiene lugar luego de que Jesús hubiese ayunado por 40 días y 40 noches, y tuvo hambre (Mateo 4:2 RVR1960). Y aprovechando esa debilidad, concibió un intento de tentarlo con ello, y empleó el título de Hijo de Dios que había sido anunciado en el Jordán. Pero el Mesías se mantuvo firme, no solo ante esto, sino frente a cualquier ataque espiritual lanzado contra Él. Y creó de este modo un precedente y modo de actuación para nosotros. También reveló la acción engañadora, manipuladora y tentadora de Satanás contra los cristianos, el cual es capaz de utilizar cualquier cosa, incluyendo a los que están alejados de Dios para hacernos caer y hasta usando versículos bíblicos sacados de contexto para que tropecemos.

Como cristianos vamos a ser tentados en todo, y atacados en nuestras debilidades. Debemos pedir a Dios que nos ayude a mantenernos firmes como Cristo y responder acertadamente mediante las Sagradas Escrituras cualquier embate del enemigo. Pero también saber que, si caemos en alguna tentación, Dios está dispuesto a restaurarnos y restablecer la comunión con nosotros, siempre y cuando nos arrepintamos y nos acerquemos a Él. ¡El Señor te bendiga!

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Jesús se compadece de nosotros

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”

Hebreos 4:15 RVR1960

Los seres humanos, a lo largo de la vida, experimentan varias cosas, y producto a esto muchos han terminado teniendo vicios. Estos pueden ser tan inofensivos como el café, tabaco, azúcar; algunos más dañinos, como el alcohol, juegos; y otros aún más peligrosos, como la droga. Estar atado a ellos, hace que nos convirtamos en dependientes de esas sustancias o actividades, y en casi todos los casos afectan la salud y pueden ocasionar la muerte. Un cristiano no debe estar sujeto a estos vicios, pues no solo limitan su libertad, sino que llegan a tener mayor relevancia que Dios para ellos, y agreden su cuerpo, acortando su vida.

Sin embargo, una persona que no haya pasado por esto nunca, es incapaz de entender a alguien que se encuentra atado a alguna de estas adicciones. Es fácil juzgar, y decir que es falta de voluntad, o poca fe. Es necesario tener la experiencia para poder hablar con propiedad. Del mismo modo sucede cuando alguien es débil a algún pecado. Si no somos tentados por ese pecado, nos es difícil ponernos en el lugar de otra persona, y más que compasión, somos propensos a juzgar. Sin embargo, el autor de Hebreos nos dice en este pasaje: no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Este sumo sacerdote es Cristo, y si bien no cedió ante ninguna de las tentaciones, si las experimentó en un cuerpo humano, fue capaz de sentir las debilidades que tenemos y como puede parecernos llamativos los ofrecimientos del enemigo. Por eso puede compadecerse de nosotros. Por eso intercede ante el Padre. Y precisamente su fuerza de voluntad, la que le hizo resistir, es la que nos tratará de inculcar si acudimos a Él.

Los hombres juzgan ante nuestras debilidades, y más si caemos y pecamos. Olvidan que ellos también pueden caer, o que quizás se encuentran cometiendo otros pecados. Sin embargo, Jesús nos entiende, muestra compasión, intercede ante el Padre, porque sabe por lo que estamos pasando. Cuando seas tentado, acude a Él. Te ayudará y dará la salida para que no peques, y logres vencer los lazos del enemigo.

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Restaurando con espíritu de mansedumbre

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”

Gálatas 6:1 RVR1960

Es frecuente que cuando alguien es sorprendido en una falta, sean los que se encuentran haciendo cosas ocultas también los que más se ensañen, desviando así la atención sobre sus propias malas acciones. También sucede que puede Dios perdonar a un pecador, pero nosotros los hombres somos duros para perdonar, y mientras Él perdona nosotros queremos castigar. El ser inflexibles, no tomar en cuenta las circunstancias y menos aún el verdadero arrepentimiento son características humanas.

Pablo habla a los hermanos de Galacia, y les dice que, si alguien fuese sorprendido en una falta, ustedes que son espirituales, restáurenle con espíritu de mansedumbre, considerándose cada uno, no sea que sean tentados. Esta referencia es hecha aún en el caso de ser sorprendido en el acto de cometer el pecado, ustedes, que aún no han caído en esa transgresión y son espirituales, no se vanaglorien, no se escandalicen tanto, sino restáurenle con espíritu de mansedumbre. Esta palabra traducida como restáurenle (gr. καταρτίζω) puede ser traducida como reparar, ajustar, arreglar, unir y tiene equivalencia a un miembro descoyuntado volverlo a poner en su lugar. Este es el trato que debe dársele a la persona encontrada en una falta, restaurándolo a la comunión de la iglesia, y hacerlo con mansedumbre, que es sinónimo de docilidad, serenidad y suavidad, teniendo en cuenta que uno mismo puede ser tentado, caer y también ser descubierto en esa misma transgresión u otra peor. Del modo que nos gustaría ser tratados en caso de caer, debemos tratar a los demás si son encontrados en una falta.

La vida del cristiano es como una carrera de resistencia, y a la vez con obstáculos. Estos obstáculos son, entre otras cosas, tentaciones que cada vez serán más difíciles de vencer, y únicamente con la ayuda de Dios podemos resistirlas. Pero es cierto que vamos a caer, y es nuestro Padre Celestial y los hermanos de la iglesia los que nos ayudarán a levantarnos. Seamos para los que caen lo que necesitamos que sean para nosotros.

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No solo de pan vive el hombre

“Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

Mateo 4:4 RVR1960

El ser humano tiene necesidades primarias que debe satisfacer para poder vivir, contándose entre estas el acceso a alimentos y agua. Y dentro de las funciones inmediatas del organismo está el procesamiento de comida para obtener nutrientes que proporcionan la energía necesaria para estar saludable, llevar a cabo las tareas diarias y mantener el cuerpo adecuadamente.

Una de las principales preocupaciones de las personas es proveer alimento para la familia, siendo esta una de las prioridades principales cuando se recibe el salario mensual, y no ser capaz de hacerlo ocasiona todo tipo de sentimientos que pueden ir desde el desasosiego hasta la sensación de fracaso. El hambre es lo que más se trata de combatir a escala global, desde el ámbito de un individuo como de una nación.

Siendo alimentarse uno de las necesidades básicas del cuerpo, es una práctica común de los creyentes abstenerse de comida durante un período determinado, realizar ayuno, para, de esta manera, someter los deseos del cuerpo potenciando un desarrollo espiritual.

Jesús de Nazaret, antes de iniciar su ministerio, realizó un ayuno de 40 días y teniendo hambre, fue tentado por el diablo. La respuesta de Cristo a la sugerencia engañosa de usar su poder en beneficio propio convirtiendo piedras en pan, fue: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

En este pasaje hay un choque entre aspectos materiales y espirituales. Y esta realidad la enfrentamos a diario, en la que somos tentados con posesiones y necesidades materiales para que descuidemos nuestra área espiritual, tratando de que pongamos nuestros dones, inteligencia y tiempo en priorizar todo excepto nuestra relación con Dios. Si bien es cierto que tenemos que cubrir nuestras necesidades básicas, debe haber una relación de equilibrio, en la que nuestra vida espiritual debe ser alimentada también. El Mesías tenía hambre, entendía la necesidad de comer y tenía el poder para transformar las piedras en pan, pero también comprendía la importancia de una dependencia de Dios, que se estaba tratando de desviarlo del camino que el Padre había trazado para Él. Y Su respuesta fue clara: nunca pondría lo material antes que lo espiritual.

Jesús fue tentado en varias oportunidades, y salió victorioso. Así pudo llevar a cabo Su propósito y gracias a Su sacrificio, usted y yo somos salvos si lo aceptamos como Señor y Salvador. Pero de esta misma manera debemos entender que se espera de nosotros que no prioricemos cosas materiales antes que el propósito para el que fuimos llamados, y cuando venga la tentación a nosotros, podamos dar la misma respuesta que dio el Hijo de Dios.

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