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Dios está conmigo

“Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.”

Salmos 118:6 RVR1960

Durante los primeros tiempos de la humanidad, los principales temores que existían estaban relacionados con fenómenos naturales y fieras. Pero gradualmente otro factor comenzó a tenerse en cuenta, el mismo hombre. Y en la actualidad, casi llega a temérsele más. Guerras, complots, persecuciones, calumnias, somos nuestros peores enemigos, incapaces de diferenciar el bien y el mal, capaces de justificar cada mala obra.

Sin embargo, cuando Dios entra en la ecuación, no hay trampa, estratagema, argucia, calumnia o ataque directo que prospere. El salmista declara: Dios está conmigo, no temeré lo que me pueda hacer el hombre. Una persona puede conspirar en tu contra, ocasionarte perdidas materiales, de tu libertad o hasta de la vida, pero si el Todopoderoso está contigo, nada podrá prevalecer en tu contra. Uno de los aspectos principales de la protección divina es que no sabemos de cuantas cosas nos han librado sin que nosotros lo sepamos. En el mismo momento en que ponemos nuestro día en manos de Dios, que pedimos que Él enderece nuestros pasos y dirija nuestro camino, nada en nuestra contra prosperará.

Si Dios está contigo, no importa si hay un ataque en las sombras o es una confrontación directa, no debes temer. Como Padre amoroso, no permitirá que llegue a ti daño. Y aun cuando aparentemente están afectándote, es porque Él te lleva a un lugar distinto al que estás ahora, que cuando lo comparas, resulta mejor. Confía en Dios, aférrate a Él, y verás los planes en contra tuya deshacerse. #DiosEstaConmigo, #NoTemere, #MinutosConDios, #ReflexionesDiarias

Nada faltará a los que temen a Dios

“Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen.”

Salmos 34:9 RVR1960

El temor es una sensación que surge en nosotros de forma espontánea que nos hace huir o rechazar lo que puede ser considerado dañoso, arriesgado o peligroso. Sin embargo, en la Biblia se encuentra recurrentemente este término asociado a Dios. ¿Quiere decir esto que debemos huir o rechazar al Todopoderoso? Claramente no.

Vemos que el salmista declara: teman a Dios, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen. El término temor a Dios está asociado con el modo reverencial y respetuoso que se le debe tener al Creador. Es un don del Espíritu Santo. Y en este tiempo en Israel era fácil sentirse abrumado ante la presencia del Altísimo, pues eran visibles sus milagros y el cumplimiento de las profecías dadas a sus escogidos y hasta los enemigos de los israelitas le temían. Sin embargo, en la actualidad, todo ha sido convertido en mitos y leyendas y la humanidad considera haber creado a Dios para explicar los fenómenos naturales antes su carencia de conocimiento científico, igualándonos o haciéndonos superiores a Él. En la iglesia se ha cambiado el término temor a Dios y se trata de explicar con el amor al Padre Celestial, sin embargo, aunque hay puntos de coincidencia en cuanto al respetar, los judíos sí sabían que en Sus manos estaba la vida y la muerte de cada uno de ellos.

La promesa de que nada faltará es a los que obedecen a Dios, a los que lo respetan, a los que lo reverencian, a los que están consagrados y a su servicio. No podemos confundir los términos de temer y amar. Amamos a Dios por todo lo que Él ha hecho por nosotros, pero lo respetamos y reverenciamos porque es un ser divino sobrenatural, todopoderoso, insondable y que no tenemos manera de comprenderlo. El respeto y temor reverencial hará que lo pensemos dos veces antes de pecar, puesto que habrán consecuencias, mientras que, desde la perspectiva del amor, como Él nos ama, no habrán repercusiones. Olvidamos que Dios es amor, pero también es justo. Temamos a Dios, respetémoslo, reverenciémoslo, y obedeciéndolo, hará cerco alrededor nuestro, y verdaderamente nada nos faltará.

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No entendían y tenían miedo

“Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle”

Marcos 9:32 RVR1960

El miedo (lat. metus) es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o imaginario. Si bien tiene un rol muy importante a la hora de garantizar nuestras opciones de supervivencia, el miedo excesivo puede llegar a tener repercusiones clínicas. Este llega a limitarnos y evita que actuemos cuando es necesario hacerlo. Nuestra percepción puede ser exagerada o estar predispuestos y el miedo a la burla, fracaso o rechazo, entre otras cosas, impedir nuestro desarrollo adecuado.

En este pasaje del Evangelio según Marcos, vemos que Jesús de Nazaret se encuentra anunciando su muerte y resurrección, pero los discípulos no entendieron y tuvieron miedo de preguntarle. Hay un abismo muy grande entre nuestra comprensión y los planes divinos, aspecto que ellos experimentaron en varias ocasiones en las que se les revelaban principios y asuntos de importancia, y vinieron a comprender mucho tiempo después. En esta porción vemos que tienen miedo de pedir una aclaración, no quieren demostrar su ignorancia. Presenciaron la reprobación de Jesús por el mal entendimiento de Pedro (Marcos 8:33 RVR1960), y no quieren hacer una pregunta que pueda considerarse tonta. Este miedo les refrenó de comprender verdades que solo Cristo podría mostrarles. Por miedo nosotros también dejamos de hacer cosas, dejamos de comprender la voluntad de Dios para nuestras vidas, y no damos testimonio de las obras y milagros del Todopoderoso.

El cristiano está llamado a ser valiente, a no tener miedo, porque con nosotros está el Dios victorioso, que triunfó hasta sobre la muerte. El miedo no puede impedirnos actuar. No podemos temer al rechazo, a la burla o fracaso. Con esto solo demostramos que nos falta fe, y no confiamos en nuestro Padre Celestial. Debemos sobreponernos, para poder ser verdaderamente herramientas útiles en Sus manos, alcanzar vidas y que sea manifiesto el poder del Altísimo en la actualidad.

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Mostrando gratitud a Dios

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia”

Hebreos 12:28 RVR1960

Cuando niños, se nos enseña que debemos dar las gracias ante cualquier acción que se tiene en favor nuestro. Como parte de buena educación se enseña a tener gratitud. La gratitud es un sentimiento de estima y reconocimiento que se tiene hacia alguien que ha hecho un favor o prestado un servicio, por el cual desea corresponderle.

El autor de la epístola a los Hebreos señala que, habiendo recibido un reino inconmovible, mostremos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia. El Todopoderoso no solo dio a Su Hijo para que seamos salvos, tiene cuidado de nosotros, nos guarda de situaciones y penurias, sino que también ha prometido que estaremos con Él en el reino celestial por toda la eternidad. Con solo el simple hecho de librarnos de condenación ya merece todo nuestro agradecimiento, pero nos proporciona muchas mas bendiciones de las que esperábamos. Suele suceder que no analizamos a fondo lo que nos ofrece Dios, o que como lo hemos oído tantas veces, le restamos importancia. Sin embargo, se nos dice que esta gratitud es la que debe movernos a servir a nuestro Padre Celestial, haciendo todo por agradarle, con temor y reverencia. No debemos olvidar que, aunque podemos tener un trato cercano y familiar con Él, es el Creador de todo cuanto existe, merece respeto, gloria y alabanza, además de obediencia.

Cuando abrimos los ojos a un nuevo día, las bendiciones de Dios se manifiestan desde el mismo momento en que tenemos un día más de vida. Tenemos certeza de salvación y la promesa de habitar en el reino celestial. Los menos que podemos tener es agradecimiento, y estar dispuestos a hacer algo en favor de quién ha hecho todo por nosotros ya.

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De la mano de Dios

“Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”

Isaías 41:13 RVR1960

Ser capaces de responder a problemas que se presentan en nuestra vida, y hallarles la solución más factible es una de las tareas que tenemos como adultos. Vivimos en una sociedad demandante, y constantes retos ponen a prueba nuestro ingenio y resolución de adversidades. Puede llegar a suceder que enfrentemos una situación compleja, compuesta por varias dificultades, y es abrumador hacerlo sin una mano amiga.

Dependiendo del escenario, hasta los amigos y familiares pueden llegar a darnos la espalda. ¡Qué difícil es verse así! Y vemos estos problemas como gigantescas montañas que no logramos escalar, y que generan una amenaza sobrecogedora contra nosotros al romper con nuestra normalidad.

Un consejo, una ayuda, al menos compañía para saber que podemos contar con alguien, hace que sea más fácil soportar este período en el cual tratamos de retornar nuestras vidas a un estado sosegado. Y como cristianos, en muchas oportunidades nos encontramos batallando solos con las dificultades, sin acordarnos de acudir al que ha prometido ayudarnos.

Y Dios revela al profeta Isaías una promesa hecha al pueblo de Israel, pero que también es aplicable a nosotros en el día de hoy: Yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de la mano derecha y te dice: no temas, Yo te ayudo. Nuestro Padre Celestial nos está hablando en primera persona. Declara Su relación de pertenencia con los que le aman diciendo que es nuestro Dios. Promete sostener nuestra mano derecha, del mismo modo que un padre lleva a su hijo. Va llevándonos, caminando a nuestro lado y librándonos de problemas o haciendo que los resolvamos, volviéndose diminutos lo que antes nos parecían inmensas cordilleras. El Todopoderoso ha dicho que no temamos, que Él nos ayuda. Pero esto requiere que seamos fieles, que tengamos una relación estrecha con Él, que lo involucremos en nuestros asuntos, porque si bien sabe que nos preocupa, no se inmiscuye a no ser que le pidamos que nos ayude e intervenga.

¿Qué tan grande es el problema que enfrentas? Sea cual sea, pon a Dios en el asunto, pídele Su ayuda, ora por Su asistencia, déjate guiar, porque a veces queremos que algo sea a nuestra manera, y olvidamos que Él tiene la solución perfecta. Ponte en Sus manos, confía y déjale obrar, sin atajos y sin temores, y verás la gloria de Dios manifestarse en tu vida.

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Confiando cuando tememos

“En el día que temo, Yo en ti confío”

Salmos 56:3 RVR1960

El temor es una sensación que surge en nosotros de forma espontánea ante la percepción de un peligro o un daño. Está relacionado directamente con el instinto de conservación y, el cuerpo humano, ante esta emoción, genera cambios en el organismo que lo prepara para huir o enfrentar lo que lo origina.

Muchas cosas pueden generarnos temor en la actualidad, relacionadas no solo con nuestra supervivencia, sino también con la interacción con todo lo que nos rodea, nuestra vida social y personal. Aunque no es agradable experimentarla, posibilita mecanismos de defensa, además de que ayuda a percibir posibles consecuencias de nuestras acciones, por lo que podría constituir un medio de aprendizaje de actuaciones que debemos evitar.

Aun así, la respuesta de cada persona ante el temor no es la misma, y sentirse amenazado en cualquier sentido o a la espera de algo desagradable, puede generar afectaciones psicológicas severas. Tener alguien con quien contar en estos momentos difíciles y de incertidumbre se hace vital.

David, segundo rey de Israel, que a lo largo de su vida tuvo muchos motivos por los cuales sentir temor, hace una declaración de confianza. Proclama que el día en que teme algo, confía en Dios. ¿Y acaso no tiene sentido esto? David experimentó en su vida la mano del Todopoderoso sobre él, Su protección y dirección. Le fue dada la victoria en muchas situaciones adversas, y desde que pastoreaba ovejas tenía la certeza de que Dios le protegería. Y esto ciertamente agrada a nuestro Padre Celestial, que se confíe en Él.

¿De qué podemos tener temor? El Creador del universo está dispuesto a ser nuestra ayuda en momentos de dificultad. Ningún problema va a prevalecer, si confiamos verdaderamente en Él. Grandes hombres de fe registrados en la Biblia lo demuestran. Es nuestro turno de apropiarnos de las promesas dejadas para nosotros en la Palabra, de saber que no estamos solos y que saldremos vencedores ante lo que pueda venir en contra nuestra.

Si tienes algún problema, de la índole que sea, es el momento de recordar el ejemplo del rey David y poner nuestra confianza total en Dios. Hazlo hoy.

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