Amen a Dios todos sus santos

“Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; a los fieles guarda Jehová, y paga abundantemente al que procede con soberbia.”

Salmos 31:23 RVR1960

Muchas personas van por la vida con altanería y jactancia, orgullosos de sus logros y miran por encima del hombro a los cristianos, cuestionándolos acerca de los beneficios que les trae servir a Dios. Este tipo de individuos suele hacer lo que sea necesario con tal de alcanzar sus metas, hasta de pasar por encima de otros, y viven con impunidad y sin temor a que nadie los pueda perjudicar. Y mientras los seguidores de Cristo procuran hacer bien a los demás, ellos solo sirven a sus propios intereses.

Un nuevo convertido, o un cristiano de poca madurez se preguntaría si vale la pena continuar el camino que estamos siguiendo, mientras los impíos prosperan en sus maldades sin castigo alguno. Sin embargo, el salmista nos recomienda: Amen a Dios, todos sus santos; a los fieles guarda Dios, y castiga con severidad al que procede con soberbia. En este pasaje está la aplicación de todas las verdades expuestas de este salmo. Todos los que siguen a Dios con fidelidad deben amarlo por quien Él es, por todo lo que ha hecho por nosotros, y por Su protección permanente sobre ellos. Pero las personas altivas y orgullosas en sus pecados, son particularmente desagradables a Dios, y a ellos dará su merecido a su debido tiempo.

Nuestro carácter y forma de ser debe demostrar nuestra naturaleza. Como cristianos, debemos ser agradecidos y reciprocar el amor que hemos recibido antes. El Padre Celestial hace mucho por nosotros, y nuestro único orgullo es poder ser contados dentro de los hijos de Dios. Abandonemos la soberbia, la práctica de la maldad y el pecado, para que podamos morar con Dios por la eternidad.

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La sabiduría está con los humildes

“Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.”

Proverbios 11:2 RVR1960

Las personas consideran que la Biblia es solo un libro de mitos y leyendas hebreas, que no son dignas de tenerse en consideración excepto como obra fantástica de antaño. No consideran que, además de ser la Palabra de Dios revelada a los hombres, es una inmensa fuente de sabiduría. Al tratar de disuadirlos de esas ideas, se muestran arrogantes y no quieren escuchar.

Dentro de los Proverbios encontramos este pasaje que nos dice: cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría. Una persona soberbia, orgullosa, considera a los demás como inferiores a sí mismo. Esta actitud le hace ser poco receptivo a todo lo que acontece a su alrededor, e incapaz de escuchar a los demás. El creer que tiene la verdad en la mano, que los demás no saben nada o son inferiores a él, le hacen desagradable ante el resto de las personas y propenso a fallar. Por el contrario, una persona humilde tiene a los demás como superiores a él mismo. De este modo, escucha lo que las otras personas tienen que decir, e independientemente de que esté o no de acuerdo con lo que oye, es capaz de hacerse su propia opinión a partir del intercambio de información, nunca emitiría criterios absolutistas ni arrogantes, sino que siempre es dado a considerar a los demás. Por su parte, Dios aborrece la soberbia y la altivez. Mientras es cercano a los de corazón humilde, detesta la arrogancia.

Dependiendo de nuestra actitud ante Dios, la vida y las personas con las que convivimos a diario, cosecharemos lo que sembremos. Ser humildes en el trato con los demás traerá recompensa, mientras que la soberbia solo alejará hasta a los más cercanos. Con todo, en la actualidad la humildad no es algo que se enseñe, y, por el contrario, se premia la competitividad para determinar quien es mejor que los demás. Por eso necesitamos tanto depender de Dios para que transforme nuestro corazón y seamos más como Él quiere, y no como somos por naturaleza.

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