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La enseñanza y la sabiduría

“Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría.”

Proverbios 23:12 RVR1960

Nuestro cerebro es capaz de almacenar grandes cantidades de información. Mucha de ella se guarda en nuestra memoria a largo plazo, y es accesible a lo largo de nuestra vida, mientras otra se mantiene por días u horas. Una de las características que tiene el cerebro es la habilidad de desaprender, y posibilita adquirir información nueva que, a falta de un mejor término, desplaza en prioridad la que ya tenemos y hace que se nos olvide, pero cuando necesitamos la que ya no usamos, solo se requiere un vistazo para recordarla nuevamente y poder emplearla.

Pero estas condiciones de nuestro cerebro se subutilizan si no tenemos intenciones de aprender. Las condiciones están creadas, y nos corresponde a nosotros hacer buen uso de ello. Sin embargo, las personas lo usan para recordar estadísticas deportivas, nombres de películas, sucesos de sus actores y cantantes favoritos, y todo tipo de datos que no necesariamente son importantes para ellos. En este pasaje hay un llamado para nosotros: Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría. Independientemente de lo que queramos recordar a modo de entretenimiento, también es importante disponernos a aprender cosas que son vitales para nosotros. Adquirir conocimiento y sabiduría nos hará ser personas más eficientes, asertivas y capaces en cualquier esfera de la vida. Pero no podemos olvidar las enseñanzas que nos dan salvación, ni que es Dios el origen de la sabiduría, que la da a quien la pida abundantemente.

Además de nuestro conocimiento secular, busquemos de Dios. En Sus enseñanzas aprendemos acerca de cómo ser salvos, tener perdón de pecados, redención, ser mejores personas, hacer el bien, y transformar nuestro ser. Esto es algo que es crucial tener siempre en nuestra mente, y que no debemos descuidar jamás. ¡El Señor te bendiga!

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El principio de la sabiduría

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”

Proverbios 1:7 RVR1960

En los albores de la humanidad, lo que más se tenía en estima era la fuerza física y las habilidades de caza. Con el transcurso del tiempo, se fue relegando a un segundo plano, siendo la inteligencia y la sabiduría como aplicación práctica la que ganó en importancia, manteniéndose así hasta la actualidad. Los padres se muestran orgullosos cuando sus hijos demuestran ser inteligentes a temprana edad, y más aún cuando obtienen buenas calificaciones en sus estudios.

Sucede que la inteligencia es la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Esta capacidad de adaptación y reacción es muy apreciada en entornos laborales y sociales. Por su parte, la sabiduría se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo. Sin embargo, vemos en este pasaje que se nos dice algo que no está concebido en lo que hemos visto hasta ahora: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Mientras hombres de ciencia altamente reconocidos niegan a Dios, se nos dice que el primer paso hacia la sabiduría es la obediencia al Altísimo. Y es que a veces olvidamos que tan efímera es nuestra vida, que somos inteligentes porque Dios nos ha permitido serlo, y que también puede proveernos de sabiduría si se la pedimos.  Agrega, además, que solo los insensatos desprecian la enseñanza y sabiduría.

Reconocer la existencia de Dios, y obedecerle es primordial para tener sabiduría, y una muestra de inteligencia. Pero en lugar de habilidad en los negocios o en los estudios, de cuánto dinero o propiedades tenemos, atañe directamente a donde pasaremos la eternidad. ¡El Señor te bendiga!

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La palabra de Cristo more en nosotros

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.”

Colosenses 3:16 RVR1960

Uno de los eventos más importantes que sucede en la vida de las personas es el aceptar a Cristo como Señor y salvador. A partir de esto, comienzan una sucesión de cambios y regeneraciones en nosotros, del mismo modo que retos y pruebas. Pero mientras algunos asumen esto con alegría, independientemente de los ataques que enfrentan, otros se sienten apesadumbrados y con ganas de abandonar.

La realidad es que cada quién tiene una forma propia de enfrentar sus problemas, del mismo modo que resistencia ante las adversidades, pero como muchas veces sucede, mantenemos la mirada en lo que nos acontece de forma directa o inmediata, y perdemos de vista nuestra proyección futura y propósito. En este pasaje, Pablo nos dice: La palabra de Cristo more en abundancia en ustedes, enseñándolos y exhortándolos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en sus corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Quiere que el evangelio, mediante el cual fuimos llamados, esté en nuestras vidas, que de él saquemos enseñanzas y nos exhortemos unos a otros a continuar viviéndolo, adquiriendo sabiduría de lo alto en el proceso. Pero también cantando agradecidos a Dios, no con la canción cristiana que nos gusta, sino de todo corazón, sabiendo que esta es también una manera de comunicarnos con Él y adorarlo.

Sin importar que situación enfrentamos, en la Palabra de Dios siempre encontraremos respuestas, solo hay que saber buscar y aplicarlo a nuestras vidas. Y mientras más conozcamos y nos aferremos a las promesas que hay para nosotros, mayor confianza y razón para adorar a nuestro Padre Celestial tendremos. ¡El Señor te bendiga!

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Prolongando nuestra vida

Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán.”

Proverbios 9:11 RVR1960

Ser capaces de prolongar nuestra existencia ha sido siempre un anhelo de las personas. No importa si no tenemos la mejor vida o que nuestras condiciones no sean las mejores, pero queremos ser longevos, algunos por alcanzar sus sueño o metas, y otros por el simple hecho de vivir. Películas, libros y series televisivas se han hecho utilizando esto como tema, y no deja de ser algo que todos hemos pensado, aunque solo sea un momento a lo largo de nuestra vida.

Pero hay una realidad, y es que no tenemos modo de aumentar ni siquiera un segundo a nuestra vida. No solo eso, sino que ni siquiera tenemos idea de cuanto tiempo viviremos. Solo tenemos el momento que vivimos ahora, pero no tenemos ningún control sobre los próximos segundos. ¿Cómo podríamos alargar nuestra existencia? En Proverbios se usa como recurso literario la personificación de la sabiduría, la que se nos dice: Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán. Pero anteriormente a este versículo vemos que el temor a Jehová es el principio de la sabiduría (Proverbios 9:10 RVR1960). Por la obediencia y reverencia a Dios podremos prolongar nuestra vida. Él si tiene el control de nuestros días, sabe la fecha y hora en la que nos presentaremos a rendir cuentas enfrente suyo, y es Su misericordia la que nos ha permitido vivir hasta hoy.

Cuando obedecemos a Dios, Él hace cerco alrededor de nosotros. No se aparta ni deja que nada nos haga daño, además de que nosotros mismo no hacemos lo que puede ocasionarnos problemas. Y nuestro Padre nos seguirá guardando mientras caminemos con Él, prolongando nuestros días en el proceso. ¡El Señor te bendiga!

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Enséñanos a contar nuestros días

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”

Salmos 90:12 RVR1960

La esperanza de vida de las personas en el mundo es de aproximadamente 75 años. Dependiendo del país donde uno viva, si es de primer o tercer mundo, esta puede ser mayor o menor. Con todo, cuando nacemos inicia una cuenta regresiva que va restándonos día inexorablemente, hasta que llega a cero y nos encontramos cara a cara con nuestro creador.

La manera que tenemos de vivir hace que cada persona se sienta como el protagonista de una película: no importa lo complicada o difícil que sea la situación se piensa que se saldrá de ella. También creemos que tenemos mucho tiempo, y que se pueden postergar las decisiones importantes. De ese modo vivimos irresponsablemente, sin darle la importancia adecuada a las cosas y nuestro comportamiento es el de incautos. El salmista ruega a Dios: Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. Y entender que no estamos vivos porque sí, sino que hay un propósito, que existe una razón por la cual existimos, es fundamental.  Esto solo nos lo puede dar el Altísimo. Entender que no tenemos todo el tiempo del mundo, sino que nuestros días están contados, nos hará aprovechar mejor el tiempo y dedicarlo a las cosas verdaderamente importantes. Ser capaces de planificar y proyectar nuestra vida, establecer logros y metas a corto, mediano y largo plazo, y organizar nuestro tiempo, nos posibilitará enfocarnos.

Pero también reconocer que estos 75 años son solo un período de tiempo para definir donde vamos a pasar la eternidad. Nuestro trayecto no termina después de la muerte física, como tantos insisten en asegurar. Quien verdaderamente da propósito y razón de ser a nuestras vidas es Dios, y también Él nos da la posibilidad de escoger dónde estaremos por siempre. Con Su guía, planifícate como si fueras a vivir 20 años más, pero vive tu día como si fuese el último, porque nadie sabe cuándo morirá. Y por sobre todo, entiende que la sabiduría, la salvación y la vida vienen del Padre Celestial. Encomiéndate a Él hoy, quizás mañana sea tarde. ¡El Señor te bendiga!

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Dispuestos a la enseñanza y atentos a la sabiduría

“Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría.”

Proverbios 23:12 RVR1960

Nuestro cerebro es capaz de almacenar grandes cantidades de información. Mucha de ella se guarda en nuestra memoria a largo plazo, y es accesible a lo largo de nuestra vida, mientras otra se mantiene por días u horas. Una de las características que tiene el cerebro es la habilidad de desaprender, y posibilita adquirir información nueva que, a falta de un mejor término, desplaza en prioridad la que ya tenemos y hace que se nos olvide, pero cuando necesitamos la que ya no usamos, solo se requiere un vistazo para recordarla nuevamente y poder emplearla.

Pero estas condiciones de nuestro cerebro se subutilizan si no tenemos intenciones de aprender. Las condiciones están creadas, y nos corresponde a nosotros hacer buen uso de ello. Sin embargo, las personas lo usan para recordar estadísticas deportivas, nombres de películas, sucesos de sus actores y cantantes favoritos, y todo tipo de datos que no necesariamente son importantes para ellos. En este pasaje hay un llamado para nosotros: Aplica tu corazón a la enseñanza, y tus oídos a las palabras de sabiduría. Independientemente de lo que queramos recordar a modo de entretenimiento, también es importante disponernos a aprender cosas que son vitales para nosotros. Adquirir conocimiento y sabiduría nos hará ser personas más eficientes, asertivas y capaces en cualquier esfera de la vida. Pero no podemos olvidar las enseñanzas que nos dan salvación, ni que es Dios el origen de la sabiduría, que la da a quien la pida abundantemente.

Además de nuestro conocimiento secular, busquemos de Dios. En Sus enseñanzas aprendemos acerca de como ser salvos, tener perdón de pecados, redención, ser mejores personas, hacer el bien, y transformar nuestro ser. Esto es algo que es crucial tener siempre en nuestra mente, y que no debemos descuidar jamás. ¡El Señor te bendiga!

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Cambiando quienes somos

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.”

Salmos 19:7 RVR1960

Cada persona requiere de una guía en diversos momentos de su vida. Sea cuando pequeños, que necesitamos tener las bases de lo que es correcto hacer y lo que no, cómo comportarnos y aprender a vivir en sociedad; cuando estudiantes, que nos enseñan lo que es preciso saber desde el punto de vista intelectual; y posteriormente con expertos en nuestro trabajo, donde aprendemos prácticamente los pormenores del oficio.

Sin embargo, lo anterior no necesariamente involucra una verdadera transformación, solo una adaptación al medio. Quienes somos no se ve afectado, y puede que seamos adictos a la bebida, quizás a droga, que tengamos tendencia a robar o seamos personas abusivas. El conocimiento intelectual o su puesta en práctica no cambia nuestra naturaleza. Pero un encuentro con Dios cambia todo. El salmista declara: La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Nada hay más cierto que esto. La presencia del Altísimo ha transformado miles de millones de vidas, y cuando somos confrontados con las Sagradas Escrituras, y obra en nosotros el Espíritu Santo, sucede un cambio a nivel espiritual.

Dios es perfecto y fiel. Puede transformarte hoy en una persona conforme a Su voluntad. Puede dar conocimiento a los que no tienen, sin reservas y sin reproche. Él puede hacer grandes cosas en tu vida, todo en base de Su pacto con la humanidad y mediante la Sangre de Su Hijo Jesucristo. Ponte en Sus manos. ¡Dios te bendiga!

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Dirección sabia

“Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad.”

Proverbios 11:14 RVR1960

A lo largo de la historia, muchas naciones prósperas han terminado en la pobreza debido a la falta de visión de sus gobernantes. Cuando hay tanto poder en una sola persona, y esta puede decidir sobre la vida y pertenencias de los demás, un error puede conducir a desastrosas consecuencias, y sumiendo a sus habitantes en la más completa miseria. Del mismo modo, una mala relación con naciones vecinas puede desencadenar una guerra que arrase con las construcciones, saquee las riquezas y diezme la población.

Vemos en Proverbios, que se nos dice: Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad. Pero la sabiduría humana es finita, nuestra visión es siempre reducida. Un gobernante prudente buscaría la sabiduría divina. Ser capaz de rodearse de personas que aconsejen también es muy buena idea, siempre y cuando sus intenciones no sean las de enriquecerse. Es por eso que las naciones deberían procurar tener hombres temerosos de Dios en posiciones de poder, pues serían personas acostumbradas a servir a otros e incapaces de ocasionar mal, por dar testimonio de Cristo y porque tendrán que dar cuenta de su mayordomía. Así habrá una multitud de consejeros con criterios confiables, que buscarán la voluntad de Dios para obrar, y aconsejarán en consecuencia.

Tristemente los gobernantes toman decisiones que los apartan de Dios, en lugar de tratar de acercarse más a Él. Nos corresponde a nosotros orar por los líderes, que buenos o malos, han sido permitidos por Dios, y rogarle para que sea Su justicia la que predomine en las naciones de la tierra.

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Con sabiduría hallaremos vida

“Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.”

Proverbios 8:35 RVR1960

La sabiduría es un carácter que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo. Más que el conocimiento, es la aplicación práctica del mismo ante situaciones que se presentan. En la actualidad muchos procuran obtener conocimientos que tienen un alto basamento teórico, pero suelen ser incapaces de poner su conocimiento en resolver problemas reales.

El autor del libro de Proverbios, al hablar como la sabiduría, dice: Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Dios. Hay algunos aspectos a tomar en consideración, el primero es que la sabiduría humana no es igual a la de Dios. La primera se basa en acumular conocimiento, mientras que la divina nos capacita para hablar y actuar con un marcado sentido práctico, y en el que se refleja Su carácter en cualquier circunstancia. La sabiduría viene del Altísimo (Proverbios 2:6-7 RVR1960), y el principio de ella es el temor de Dios (Proverbios 1:7, 9:10 RVR1960). Si analizamos los hechos y no nos limitáramos a repetir lo que nos enseñan, nos cuestionáramos todo y quisiéramos experimentar por nosotros mismos, seríamos capaces de encontrarnos con el Todopoderoso.

Más que la sabiduría humana, busquemos la de Dios. Si lo hacemos, alcanzaremos perdón de pecados, vida eterna y Su favor. Y mediante la obediencia, comunión y dependencia de nuestro Padre Celestial, podremos tomar parte activa en que alcance también a nuestra familia, seres queridos, y prójimos en general. Procuremos la sabiduría de Dios.

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El que anda con sabios

“El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado.”

Proverbios 13:20 RVR1960

El efecto de los grupos sobre los individuos es altamente reconocido por estudiosos y población en general, apareciendo en refranes populares, siendo uno de ellos: dime con quién andas y te diré quién eres. El psicólogo ruso Lev Vygotski, destacado teórico de la psicología del desarrollo, habló de algo llamado Zona de Desarrollo Próximo, en el cuál destacaba la influencia de la interacción social para el desarrollo del aprendizaje. Se alude a que existe la tendencia de que las personas con las que uno se relaciona con frecuencia aportan sus características conductuales y cognitivas a un individuo.

Sin embargo, miles de años antes, vemos que en Proverbios se nos dice: El que anda con sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será quebrantado. Las personas con las que pasamos tiempo ejercen influencia sobre nosotros, aunque no las percibamos. Es por eso que se hace importante escoger cuidadosamente nuestro círculo social, puesto que buenas o malas conductas pueden ser aprendidas o imputadas dependiendo de nuestras compañías.

No es bueno para un cristiano reunirse constantemente con inconversos, pues la forma de pensar de ellos puede conducirlo a pecar. En la Biblia se nos dice que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Proverbios 1:7 A RVR1960), por lo que podríamos decir que una persona sabia tiene a Cristo en su corazón, y con estas personas debemos relacionarnos, para imitar conductas y modos de actuación ante situaciones que podemos enfrentar, las cuales nos llevarán siempre a aferrarnos a Dios y a depender de Él. Las otras costumbres, solo nos llevarán a la condenación y a estar alejados de nuestro padre Celestial. Escojamos con prudencia y sabiduría.

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