“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
Mateo 24:13 RVR1960
La capacidad de adaptación de los seres humanos a las dificultades es asombrosa. El cerebro tiene la habilidad de bloquear los eventos que nos pueden hacer daño, para continuar nuestra existencia. Recientemente estuvimos en tiempos de coronavirus y la muerte golpeaba por doquier, pero las cifras de contagiados y fallecidos ya se veían como estadísticas, a no ser que hubiésemos sido afectados directamente. Y, aun así, mirábamos hacia afuera por nuestra ventana, y nos enajenábamos de la realidad que vivimos.
De este modo confiamos en que todo va a regresar a la normalidad, de una forma u otra. Creemos que este mundo que conocemos va a permanecer inamovible, y aun los cristianos olvidamos que el tiempo del fin está cerca. En el evangelio según Mateo (24:4-51 RVR1960), y con pasajes paralelos en los evangelios sinópticos (Marcos 13:1-37 RVR1960, Lucas 21:5-36 RVR1960) vemos el relato de lo que acontecerá, qué señales habrá antes del fin, la persecución de los cristianos, delaciones, traición de la propia familia, aparición de falsos profetas y muchas otras cosas. Pero en medio de esto, Cristo nos dice: Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Existen dos grandes contextos: para el pueblo de Israel inconverso y para los cristianos. Para los israelitas en el tiempo de la Gran Tribulación, en la cual tendrán que enfrentar graves peligros, y para ser salvos deberán perseverar en Cristo hasta el fin; y para los cristianos en la actualidad, que ya nos estamos enfriando, que no esperamos a Cristo, que somos fácilmente engañados por fábulas y mensajes distorsionados, y que no tenemos constancia alguna.
Nuestra carrera es de resistencia. Pero muchos la comienzan con ánimo, y al mes o al año se sientan al borde del camino. La vida del cristiano es difícil, pero nuestra meta está clara: ser salvos nosotros y, por nuestro testimonio, que sea salva nuestra familia. Toca perseverar, continuar y darnos cuenta que no queda mucho tiempo ya, que el fin está cerca. Continuemos la buena carrera, con ánimo y cumpliendo todo lo que sabemos que tenemos que hacer y que, a veces, dejamos porque hay tiempo para hacerlo más adelante. ¡El Señor te bendiga!
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