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El que hace injusticias

“Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.”

Colosenses 3:25 RVR1960

Cada quien es el protagonista de su vida, y vive acorde a sus valores, principios y enseñanzas recibidas a lo largo de su existencia, pero existen aquellos que creen que viven en una película, en la que las personas hacen todo tipo de cosas que no tendrán consecuencias. Existen quienes por escalar posiciones son capaces de cualquier mala acción, sin pensar en qué puede ocasionarles a ellos mismos sus actuaciones.

Y mientras unos lo hacen porque están insatisfechos por cómo les ha ido en la vida, otros lo hacen porque son poderosos y se sienten intocables. De ese modo, las injusticias se suceden una tras otra y no hay temor en afectar las vidas de las personas. Pero Pablo aclara en su epístola a los colosenses: Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que haga, porque no hay acepción de personas. Sin importar si eres pobre o rico, desconocido o famoso, insignificante o poderoso, desconocedor o experto, cualquier mal que hagas será retornado. Nuestro título, conocimiento, poder o dinero no impresiona a Dios, no nos hace impunes y ninguna justificación es válida para hacer malas obras.

Evitemos hacer injusticias, porque las recibiremos de vuelta, sin importar quienes seamos. Mejor aún, hagamos el bien a los demás para no despertar la ira de Dios contra nosotros. ¡El Señor te bendiga!

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No devuelvan mal por mal

“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.”

Romanos 12:17 RVR1960

La retribución o la venganza por daños recibidos está profundamente arraigada en la mente de las personas. Que ellos obtengan lo que han ocasionado a otros en pago a sus acciones se considera justo, hasta tal punto que, aunque alguien no se sienta capaz de ejecutar por sí mismo esos actos en contra de alguien, sí lo ve bien. Si alguien mata a uno de los tuyos, debe morir uno de los de él; si me robas, te robo; si me humillas, te humillo; lo que sea que me hagas, te lo haré también.

Al dársele las leyes al incipiente pueblo de Israel, recibieron también una que posibilitaría la resolución de disputas, que autorizaba el desquite (Éxodo 21:23-25 RVR1960) pero fue dada para regular el proceder del magistrado público al fijar el importe de la compensación en todo caso de daño, pero no alentaba los sentimientos de venganza personal. Con todo, esto fue tomado como un precepto moral por los judíos, y corregida esta conducta por Jesús en el Sermón del Monte (Mateo 5:38-39 RVR1960). Recordando lo antes dicho por el Mesías, Pablo insiste: No paguen a nadie mal por mal; procuren lo bueno delante de todos los hombres. Se nos dice que no busquemos venganza, que evitemos obtener retribución. El impulso natural es hacer lo que nos hicieron, y devolver el daño recibido, pero se nos insta a que, en lugar de eso, nuestro comportamiento ante las personas, incluyendo los que nos ofenden, sea merecedor del respeto de todos.

Más que por nosotros, debemos actuar adecuadamente por cuidar nuestro testimonio cristiano. Las personas buscan ver en un creyente la imagen de Cristo, y estamos llamados por Él a hacer bien a los que nos agreden. Necesitamos la presencia de Dios en nuestras vidas para poder llevar a cabo esta tarea, sabiendo que tenemos Juez que impartirá justicia en nuestra causa. ¡El Señor te bendiga!

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El pago a los que atribulan

“Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan.”

2 Tesalonicenses 1:6 RVR1960

Ser cristianos no es sinónimo de tener una vida sencilla, ni libre de tropiezos, en la cual todo es color de rosa y saldrá a pedir de boca. Por el contrario, se sufre de tropiezos, tribulaciones, persecución, discriminación, humillación, entre otras muchas cosas, causadas no solo por seres espirituales, sino por las personas que nos rodean y no comparten nuestra fe. Muchos llegan a tener dudas, pues no es fácil ver a los inconversos prosperando mientras nosotros nos encontramos constantemente siendo cuestionados o recibiendo ataques, y quienes no resisten se apartan y regresan al mundo, pero todos en algún momento se han preguntado hasta cuando Dios seguirá permitiendo que esa situación contra los creyentes continúe.

Es importante tener en cuenta algo, y es que padecemos tribulación a modo de prueba, la cual Dios nos capacita para soportarlas, y los que no las resisten es porque les falla la fe o la confianza en el Altísimo. Ciertamente las situaciones van haciéndose más difíciles, pero también tienen como objetivo perfeccionarnos y acercarnos a la imagen de Cristo. Sin embargo, ¿qué sucede con los que nos persiguen, atacan, se burlan y constituyen piedra de tropiezo? El apóstol Pablo habla de esto al decir: Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que los atribulan. Nuestro Padre es un Dios de justicia, y nuestros adversarios con sus acciones llenan la medida de su propia culpabilidad, de modo que recibirán lo que sus actos merecen. Es por eso que a los cristianos se nos llama a esperar en la justicia divina, y no actuar nosotros.

El juicio de Dios comienza por la casa, y aunque somos cristianos, tendemos al pecado. Recibimos corrección mediante estas pruebas y tribulaciones actuales, para corregirnos. Pero en el futuro, los que nos encontramos atribulados tendremos reposo, mientras que los que nos atribulan recibirán castigo. No desmaye, ni dude, ni envidie a los impíos. Más bien debemos sentir misericordia por los que nos agreden e interceder por ellos, para que tengan un encuentro con Dios y procedan al arrepentimiento. ¡Dios te bendiga!

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Amen a Dios todos sus santos

“Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; a los fieles guarda Jehová, y paga abundantemente al que procede con soberbia.”

Salmos 31:23 RVR1960

Muchas personas van por la vida con altanería y jactancia, orgullosos de sus logros y miran por encima del hombro a los cristianos, cuestionándolos acerca de los beneficios que les trae servir a Dios. Este tipo de individuos suele hacer lo que sea necesario con tal de alcanzar sus metas, hasta de pasar por encima de otros, y viven con impunidad y sin temor a que nadie los pueda perjudicar. Y mientras los seguidores de Cristo procuran hacer bien a los demás, ellos solo sirven a sus propios intereses.

Un nuevo convertido, o un cristiano de poca madurez se preguntaría si vale la pena continuar el camino que estamos siguiendo, mientras los impíos prosperan en sus maldades sin castigo alguno. Sin embargo, el salmista nos recomienda: Amen a Dios, todos sus santos; a los fieles guarda Dios, y castiga con severidad al que procede con soberbia. En este pasaje está la aplicación de todas las verdades expuestas de este salmo. Todos los que siguen a Dios con fidelidad deben amarlo por quien Él es, por todo lo que ha hecho por nosotros, y por Su protección permanente sobre ellos. Pero las personas altivas y orgullosas en sus pecados, son particularmente desagradables a Dios, y a ellos dará su merecido a su debido tiempo.

Nuestro carácter y forma de ser debe demostrar nuestra naturaleza. Como cristianos, debemos ser agradecidos y reciprocar el amor que hemos recibido antes. El Padre Celestial hace mucho por nosotros, y nuestro único orgullo es poder ser contados dentro de los hijos de Dios. Abandonemos la soberbia, la práctica de la maldad y el pecado, para que podamos morar con Dios por la eternidad.

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