Sin fe no agradaremos a Dios

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

Hebreos 11:6 RVR1960

Uno de los rasgos distintivos que deben regir la vida de cada cristiano es su fe. Sin ella, nuestra vida sería igual a la de cualquier otra persona que no cree en Dios. Algunos sinónimos de este aspecto tan importante son la confianza, fiabilidad o certeza, puesta fundamentalmente en Dios, Cristo o aspectos espirituales. Sin embargo, a pesar de su importancia, muchos creyentes descuidan esta área de sus vidas.

Suele suceder que llegamos a frustrarnos o a perder la confianza si oramos y no tenemos la respuesta que esperamos, pero también en la mayoría de los casos oramos por cosas que no son convenientes para nosotros, que no tienen nada que ver con el propósito de Dios o con nuestro crecimiento espiritual. Otras, que no tenemos la constancia o actitud adecuada. El autor de Hebreos nos dice: Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. En otras palabras, que cuando oramos lo hagamos con fe, creyendo que Dios lo hará aunque nos parezca imposible, y que Él premia a los que lo buscan en oración. Como aspecto primordial, que si no tenemos fe, es imposible que le seamos agradables al Altísimo. Por otro lado, no consiste solamente en orar una sola vez por un asunto, o una vez al día. Si hay situaciones complejas, necesitamos insistir en oración. Y a veces es probada nuestra fe o perseverancia, y si desistimos, es nuestra pérdida.

La fe no es orar por cosas que sabemos que van a suceder, oremos o no. Es tener la certeza de que algo que es imposible para los hombres, es posible para Dios, y que Él lo hará por amor a nosotros. Puede que no sea cuando queremos nosotros, sino en el tiempo que Él determine, que es perfecto y agradable. De ese modo, ni enfermedades, ni problemas tan grandes como montañas, prevalecerán contra nosotros. ¡El Señor te bendiga!

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Al que cree todo le es posible

“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.”

Marcos 9:23 RVR1960

La fe (lat. fides) es aquello en lo que cree una persona o comunidad. La fe de los creyentes tiene características específicas, basadas en confiar y dar por hecho algo que se espera, donde hay participación de un ser divino, y es desencadenante de poder y de este modo suceden milagros. Estos forman parte de misterios que no tienen una explicación científica, tienen un origen sobrenatural y en su gran mayoría proporcionan una solución a lo que el conocimiento humano no puede resolver.

En este pasaje de las Escrituras, vemos que un padre trae a su único hijo que tenía un espíritu inmundo ante Jesús. Este espíritu causaba que el muchacho se estremeciera, diese voces, crujiese los dientes, echase espuma. Había sido presentado a los discípulos, pero estos no pudieron hacer nada. El Mesías pide que le sea traído, reaccionando el espíritu ante Su presencia. Jesús le pregunta al padre desde cuando le sucedía esto al niño, y le dice: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. En otras palabras, Cristo quería decirle: el que yo lo haga, depende de que tú creas. Obviamente, Él podía expulsar el espíritu inmundo, como hizo posteriormente, pero de este modo ayudó a este padre a tener fe, a experimentarla de primera mano. Después de esta tribulación y lucha prolongada, la fe llega a nacer. A lo que el hombre, viendo que lo que se esperaba no era el poder de Jesús sino la práctica de su propia fe, declaró que creía, y el espíritu fue echado fuera. Pero más importante que el Mesías actuase mientras los demás eran espectadores pasivos, fue que hubiese un ejercicio de la fe.

Dios quiere que seas sano, que seas libre de cualquier dolencia o espíritu que te atormenta. Pero también quiere que pongas en práctica tu fe, que confíes y creas. Cuando lo hagas, sin dudas ni temor, verás el poder y la gloria de Dios en tu vida. ¡El Señor te bendiga!

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¿Quieres ser sano?

“Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?”

Juan 5:6 RVR1960

Ante una enfermedad difícil de las personas, los padecimientos de otros, las calamidades que acontecen, muchos se preguntan si Dios existe, y si existe, por qué no hace nada al respecto. Según su manera de pensar, Dios debería proteger, curar y prolongar la vida de aquellos que obstinadamente decidieron volverle la espalda, ni siquiera reconocen Su existencia, y para lo único que lo mencionan es para cuestionarlo y criticar.

En este pasaje de las Escrituras, vemos a Cristo que se acercó a un paralítico de más de 38 años padeciendo, y se encontraba en el estanque Betesda, esperando por un milagro. Narra: Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Él sabía de antemano cuales eran las intenciones del enfermo, sabía de su tiempo esperando, de su frustración. Pero quería escucharlo de la persona. Que le hablase y le dijese sus problemas, que expresara su deseo de ser sano. El Mesías tenía un propósito al ir allí e Iba dispuesto a sanar a esa persona. Y luego de escuchar lo que le dijo el hombre, le fue dicho: Levántate, toma tu lecho y anda.

En la actualidad el propósito sigue siendo el mismo. Dios quiere que tengas sanidad. Está dispuesto a curar cualquier enfermedad o dolencia. Pero necesitamos acercarnos a Él primero, hablarle y exponerle nuestros padecimientos, aun cuando Él los sepa. No tengas temor. Acércate confiadamente y recibirás sanidad. ¡El Señor te bendiga!

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Sin fe es imposible agradar a Dios

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”

 Hebreos 11:6 RVR1960

Muchos cristianos en la actualidad viven una vida sin poder, sentados en los bancos y escuchando acerca de las grandes obras que puede hacer Dios, pero sin experimentarlo en sus vidas. La razón de que esto suceda es por falta de fe. No creen que sus oraciones puedan causar una respuesta y se abstienen de interceder para evitar la vergüenza, en caso de que nada suceda.

El autor de la epístola a los Hebreos escribe: sin fe es imposible agradar a Dios; porque el que se acerca a Dios debe creer que Él existe, y que premia a los que le buscan. Hay aspectos que son importantes y debemos tener en cuenta: podemos llamarnos cristianos, pero si no tenemos fe, nos es imposible tener una buena relación con el Altísimo. Además, creer que existe y que es el mismo ayer, hoy y mañana. Hay una tendencia a creer que ya Él no hace milagros en la actualidad, y no hay nada más lejos de la realidad. Es un engaño del enemigo para que usted viva una vida cristiana sin poder y deje de experimentar lo que el Padre Celestial tiene para usted. Por otro lado, responde a los que le buscan. Si perseveramos en oración, tendremos respuesta, si creemos que Dios hará, y nos acercamos confiados sabiendo que las mismas obras que hacía antes la hará ahora y aún mayores, veremos su poder.

Como cristianos, estamos llamados a ser luz ante los inconversos, mediante nuestro testimonio personal y que se evidencie a Cristo en nosotros, pero también a dar evidencia del poder de divino, que creemos en un Dios vivo, que sana personas, echa fuera demonios, protege a Sus hijos, transforma vidas, y ha prometido que estaremos con Él por la eternidad. Nuestro Dios no duerme, está atento esperando que tengamos fe y confiemos en Él para que milagros sean hechos en Su nombre.

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Fe que mueve montañas

“porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.”

Mateo 17:20 b RVR1960

La fe (lat. fides), según Wikipedia, es la seguridad o confianza de una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión. Según determinadas corrientes filosóficas, es una forma de convicción que se opone al raciocinio. Pero cuando nos encontramos en una situación en la que ya las formas de hacer las cosas han fallado, aun cuando seamos las personas más escépticas, volvemos nuestro rostro a Dios como solución suprema.

En cierto modo hasta los cristianos actuamos así. Si tenemos una enfermedad o situación que resolver, tratamos de resolverlo por nuestros medios: vamos al médico, hacemos gestiones de todo tipo, y en última instancia vamos a Dios. No vemos las adversidades como un modo de ejercitar nuestra fe, de hacerla crecer, de depender de nuestro Padre Celestial.

Jesús, según relata el evangelista Mateo, se encuentra respondiendo a los discípulos, los cuáles le preguntan por qué no fueron capaces de echar fuera un demonio del cuerpo de un joven que les fue traído. Él les aclara que no lo había logrado por su poca fe. Y continúa haciendo una comparación para que fueran comprendidas adecuadamente sus palabras: emplea una de las semillas más diminutas, la de mostaza, cuyo diámetro es de solo 1 o 2 milímetros, para referenciar que tan minúscula debe ser la fe en Dios que mostramos en nuestra vida, y utiliza el recurso de mover el monte, no como algo a ser tomado literalmente, sino como una ilustración de que podrían realizar cosas de dificultad similar y que parece improbable de lograr, reforzándolo con su declaración final que nada le sería imposible a alguien con este tipo de fe.

Dios quiere hombres y mujeres de fe. Personas que se levanten y hagan milagros para la gloria de Su Nombre, que den testimonio ante el mundo incrédulo de Su poder. Estamos en tiempo de grandes dificultades. Es el momento de hacer grandes obras en nombre de Cristo.

¿Eres tú una de esas personas? ¿Quieres aumentar tu fe?

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