El consejo de Dios

“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá.”

Proverbios 19:21 RVR1960

Las personas tenemos muchos sueños y aspiraciones, pero pocos son los que se deciden a tratar de alcanzarlos. Para ello debemos trazarnos metas y objetivos a cumplir, para desde allí establecer estrategias que nos posibiliten llegar a lo que deseamos. Para esto se requiere de constancia, perseverancia y trabajo duro.

Sin embargo, suele suceder que no sabemos cual va a ser nuestro punto de partida, y muchos fracasan repetidas veces antes de encontrar la manera correcta de alcanzar nuestras metas. Y así sucede con muchas áreas de nuestra vida, en la que nosotros mismos no estamos seguros de hacia donde dirigir nuestros pasos. Pero en el libro de Proverbios encontramos: Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá. Si en vez de hacer todo por nuestras fuerzas, contásemos con Dios, nuestra vida sería distinta. Nuestro Padre Celestial sabe cual es el mejor camino para nosotros, y aun si nuestras metas nos convienen o no. E independientemente de todo, las cosas saldrán si es la voluntad de Dios que ocurran.

Lo más inteligente que podemos hacer es alinear nuestras metas con la voluntad de Dios, entrar en comunión con Él, preguntarle y consultarle nuestros pasos. Y Él, que conoce el futuro y lo que sucederá con nosotros, nos guiará por el camino que debemos transitar. ¡El Señor te bendiga!

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¿Dónde está nuestro tesoro?

“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”

Mateo 6:21 RVR1960

Como característica general, las personas se establecen metas de acuerdo a su concepción de la vida. Unos buscan satisfacer aspectos materiales, mientras otros procuran tener logros de aspecto intelectual. Pero básicamente tratan de ser reconocido por sus semejantes, y a ello dedican la mayor parte de su tiempo y esfuerzo, descuidando así un aspecto que es mucho más importante.

Cuando nos mantenemos con la vista fija en lo que queremos lograr, sea dinero, posiciones, reputación, entre otras cuestiones, dejamos aparte nuestra área espiritual. Es interesante escuchar personas decir que no tiene tiempo para Dios, pues su día está muy cargado. Y tiene sentido, puesto que el día tiene veinticuatro horas y a ellos les cuesta hasta descansar tratando de obtener lo que quieren. Desconocen que esta no es la única existencia que hay, que existe vida después de la muerte, y en lugar de estar preparando condiciones para la vida venidera, están invirtiendo todo su tiempo en esta a la que cada día que amanece le queda menos. Cristo dice: Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Usa como referencia la palabra tesoro, y en ella podríamos tener el dinero o posesiones, diciendo que no se hicieran tesoros en la tierra, en esta existencia, donde era corruptible y donde podía ser robado, sino en el cielo (Mateo 6:19-20 RVR1960). Agrega que donde esté nuestro tesoro, estará nuestro corazón. Muchos cristianos no añoran que Cristo venga por la iglesia, puesto que les atan sus pertenencias terrenales.

Recordemos que estamos de tránsito por esta vida. Que nada podremos llevarnos de acá, así que es una pérdida de tiempo hacernos tesoros en la tierra. Esto solo nos atará y dejaremos de mirar hacia la vida venidera. Pero si hacemos tesoros en el cielo, solo tendremos pasión y amor por la obra de Cristo y Su pronta venida. ¡El Señor te bendiga!

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¿Dónde ponemos la mira?

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”

Colosenses 3:2 RVR1960

El ser humano debe trazarse objetivos de vida, y tratar de alcanzarlos para dar un sentido a su existencia, y de este modo, enfocar sus esfuerzos en una dirección. Sea nuestra vida, la familia, el área laboral, las finanzas, todo debe estar guiado hacia metas que definimos y queremos lograr, teniendo así propósito. Cuando somos jóvenes, queremos una carrera que nos posibilite ser exitosos desde el punto de vista laboral; cuando trabajamos, queremos obtener logros o ascensos. Cada período viene con aspectos a lograr.

Pero todo esto tiene un marcado carácter terrenal. Pablo nos dice en esta porción de las Escrituras, que pongamos la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. En el versículo anterior pone como condición que, si hemos resucitado con Cristo, entonces busquemos lo que tiene que ver con Él. Si nos enfocamos en las cosas de este mundo, y nuestros objetivos están centrados en logros tales como reconocimiento, fama, riquezas, posesiones; estamos olvidando nuestro propósito y razón de ser. Estaríamos acomodándonos y amoldándonos a las cosas de este mundo, sin percatarnos que nuestra meta es hacer ganancia con Cristo. Es con la vista enfocada en el reino de los cielos como debemos vivir, teniendo como despreciables los bienes materiales y cualquier cosa que nos aparte de la vida venidera. Es en agradar a Dios donde debemos tener la vista fija, en servirle adecuadamente, obedecerle, honrar Su nombre y dar testimonio de Él.

Las cosas de este mundo pueden llegar a agradarnos más que lo que nos espera en la vida venidera. Podemos tener más apego a lo terrenal que a lo que Dios nos ofrece y olvidar lo que verdaderamente es importante. Nuestra vista debe estar puesta en el reino celestial, y tenernos por peregrinos en esta vida, viajeros que quieren llegar a su patria, la celestial.

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