“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales.”
1 Corintios 12:1 RVR1960
Cada persona posee talentos innatos, los cuales son dados por Dios desde el vientre de nuestra madre. Algunos son extremadamente inteligentes, otros tienen dotes de liderazgo, hay quienes son muy buenos en arte, también quienes tienen capacidad para enseñar, están quienes son hábiles matemáticos, los que les agrada servir a los demás, entre muchos otros. Independientemente de lo que digan, estos fueron dados para que los pongamos en servicio de nuestro prójimo, no para que lucremos de ellos. Pero cuando tenemos un trato directo con Dios y recibimos el bautismo del Espíritu Santo, se nos otorga un revestimiento o unción de poder y nos son dados otros dones espirituales. Sin embargo, sucede que cada vez son menos los creyentes que buscan de ellos.
Los dones espirituales son capacidades sobrenaturales dadas por Dios a los creyentes, con el objetivo de edificar al cuerpo de Cristo y expandir el Reino de Dios. Existen diversos dones, cada cual con distinto alcance y función, pero todos dados para ser de bendición a los demás, nunca para beneficio personal. Es importante aclarar que no son aprendidos o enseñados por personas, sino que involucra al Espíritu Santo en su otorgamiento. Existen corrientes teológicas que defienden que estos dones solo eran para la iglesia primitiva, pues no tenían el Nuevo Testamento escrito como nosotros, y que se necesitaban milagros para fundamentarlo, pero que en la actualidad no son necesarios, lo cual no puede estar más lejos de la verdad y no tiene respaldo bíblico. Por el contrario, encontramos que se mantendrán (1 Corintios 13:8-10, Hechos 2:38-39 RVR1960) y forman parte de las señales de los que creen. Por su importancia para los cristianos, Pablo dice: No quiero, hermanos, que ignoren acerca de los dones espirituales.
Tener dones espirituales es evidencia de la presencia del Espíritu Santo en la iglesia. Los dones se complementan unos a otros, y sirve para reafirmar la fe de los cristianos, y para dar testimonio de Cristo a los inconversos. No ignoremos su importancia, más bien roguemos a Dios que avive esos dones en nosotros, para cumplir adecuadamente nuestro propósito. ¡Dios te bendiga!
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