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Busqué a Dios y quitó mis temores

“Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores.”

Salmos 34:4 RVR1960

La vida de los seres humanos es muy frágil. Envueltos en una capa de civilización, creemos que nuestros avances tecnológicos, posiciones o títulos han cambiado el hecho de que nuestra existencia es muy efímera, y que cualquier cosa puede terminar con nosotros. Aun estando en nuestra zona de confort, muchas situaciones cotidianas activan nuestro instinto de conservación, y los temores afloran.

El temor es un sentimiento de inquietud y miedo que provoca la necesidad de huir ante alguna persona o cosa, evitarla o rechazarla por considerarla peligrosa o perjudicial, y a muchas cosas se le teme, como a animales, altura, a la profundidad, a la oscuridad, a la muerte, enfermedades, al dolor, a perder nuestro estatus, a la burla. Cada uno de nosotros tiene algo específico a lo que teme, sea tangible o no. Y hay quienes se dejan dominar por el temor, pasando todo el tiempo asustados de vivir. Pero hay una solución a ello, y nos la da el salmista al decir: Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. David estuvo en situaciones de muerte a lo largo de su vida, pero puedo experimentar la presencia de Dios cuando lo buscaba, la cual lo libraba de los temores ante la persecución y los peligros constantes.

Pero nosotros también podemos tener esa experiencia en nuestra vida. Dios no quiere que vivamos en temor, sino que confiemos en Él, y será nuestra fuerza, escudo y estandarte. Contando con el Altísimo, nada podrá prevalecer en contra nuestra, cualquier complot o confabulación fracasará, ningún problema o enfermedad podrá someternos y nos dará paz y seguridad en el futuro. Deja tus temores a Dios, para que se encargue de ellos. ¡El Señor te bendiga!

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Dios nos librará de aflicciones

“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.”

Salmos 34:19 RVR1960

Hay ocasiones en los que las 24 horas del día nos parecen el doble o el triple de lo que son en realidad. Da la sensación de que el día no acabará, nos vienen situaciones desagradables una detrás de otra, y para empeorar las cosas, sabemos que mañana tendremos que seguir lidiando con ellas. Sea situaciones económicas, familiares, en el trabajo, con algún enemigo, enfermedades, en nuestro quehacer diario sabemos que todo se puede complejizar de tal manera que sentimos que nos cuesta hasta respirar. Es tal el estrés, que solo queremos llegar a la casa, para ver si al día siguiente ya terminó esa pesadilla.

Y encontrarse en un entorno adverso sin nadie con quién contar es terrible, más si está sobre nuestros hombros darle solución al problema, y tenemos familia que depende de nosotros. Y si te sientes así hoy, hay una palabra de aliento de parte del salmista a los que creen en Dios: Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová. Aunque vengan contra nosotros todo tipo de dificultades, no estamos solos. Tenemos ayuda irremplazable, capaz de ayudarnos a salir de cualquier crisis en la que nos encontremos. Pero esto es algo que tenemos que ganarnos también. Debemos tener una buena relación con Dios, alejarnos de los pecados y mantener comunión con Él.

Si tenemos una relación firme con nuestro Padre Celestial, nada prevalecerá en contra nuestra. Complots, estratagemas, todo tipo de trampas y situaciones serán puestas por nuestros adversarios, pero de todas ellas nos librará Dios. Confía en Él. ¡El Señor te bendiga!

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Mis ojos están siempre hacia Dios

“Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red.”

Salmos 25:15 RVR1960

En nuestro decursar por la vida nos encontramos a menudo en situaciones, que a veces percibimos y otras no, creadas por personas constituidas enemigos nuestros. Las causas de enemistad pueden ser varias, sea por celo profesional, por envidias, por alguna diferencia anterior, o sencillamente porque no le agradamos. Y para calmar sus malas intenciones, tratan de que fallemos en nuestro trabajo, de generarnos descrédito, de que haya una mala opinión en torno a nosotros, y en casos extremos, hasta de provocarnos daños físicos.

Si es un enemigo declarado, podemos estar alerta hacia él. Pero sucede en la mayoría de los casos que nuestros más acérrimos enemigos son los que nos sonríen diariamente y nos desean lo mejor. Producto a ello, los hay quienes se encuentran constantemente viendo por donde vendrá la próxima trampa, siempre preocupados y alertas para no caer en ella. Otros, menos cautos, van descuidados y caen en cuanta estratagema se ha creado en su contra. Pero existen quienes, en vez de estar alertas por cuanto sucede a su alrededor, tienen sus ojos y confianza puestos en aquel que los puede librar. En este pasaje, el salmista declara: Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red. La red es una figura frecuentemente usada para referirse a los peligros causados por los enemigos. Este es un salmo de David en el cuál él implora dirección, perdón y protección, pero hay una declaración de confianza al decir que sus ojos están siempre hacia Dios, sin importar cual sea la estrategia de los adversarios, está seguro de que el Altísimo lo librará de ella, y su vida fue un ejemplo de cuantas veces el Todopoderoso fue su escudo y dio la victoria.

Muchas situaciones pueden venir contra nuestra vida, pero de todas ellas nos librará Dios. No busquemos solución en nuestras fuerzas, o en nuestra prudencia, sino en el Padre Celestial, que puede hacer ineficaz cualquier trampa de nuestros enemigos. Confiemos en Él. ¡El Señor te bendiga!

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Dios me librará y preservará

“Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A Él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

2 Timoteo 4:18 RVR1960

A lo largo de nuestras vidas, encontramos personas que nos desean bien genuinamente, sin dobles intenciones. Tristemente, son escasos. Y mientras a la gran mayoría no le interesamos, sí hay algunos que tratan de hacernos tropezar. Causas hay muchas, desde celos, envidia, o que sencillamente no les agradamos. Y estas personas cavan para nosotros trampas, que pueden ser tan sencillas como correr falsos rumores de nosotros para desacreditarnos, hasta tomar parte activa en acciones malintencionadas en contra nuestra.

Si somos cristianos, estos comportamientos se multiplican y se agregan burlas directas, maltratos, cuestionamientos, persecuciones, entre otras tantas situaciones. Enfrentar todo esto solos, podría hacernos desesperar. Sin embargo, el apóstol Pablo, que sufrió prisiones, descrédito, y todo tipo de ataques, escribe: Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A Él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Por su experiencia, sabía que Dios lo estaría guardando y librándolo de toda maldad en su contra. Nadie mejor que él para dar testimonio de cada vez que el Altísimo tomó acción en su favor, desvaneciendo los planes para hacerlo caer. Agrega que el Señor lo estaría preservando hasta que llegase al reino celestial, y concluye dando gloria a Su nombre, y dando por sentado que así sería, en un acto de fe tan efectivo como si pudiese ver ya lo que vendría.

Contra nosotros vienen situaciones, pero Dios no las dejará hacernos daño. Tenemos protector y escudo ante cualquier ataque. Él nos guarda aún de los que no tenemos conocimiento que sucedieron. Ante tanta dedicación hacia nosotros, no tenemos más remedio que agradecerle, glorificar Su nombre y confiar en Él, dando testimonio a otros de su permanente cuidado. Confiemos en Dios. ¡El Señor te bendiga!

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Sé mi roca fuerte

“Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.”

Salmos 31:2 RVR1960

Tener a alguien a quién pedir ayuda en un momento de dificultad trae mucha paz. Hay momentos en los que no podemos salir de una determinada situación, o llevamos una carga muy pesada sobre nuestros hombros o quizás varias personas se han confabulado en contra nuestra. Sentirnos solos causa desánimo. Si no basta con nuestras fuerzas, encontrar a quien nos ayude a solucionar de manera favorable el problema es causa de alegría.

Sin embargo, no todos cuentan con un verdadero amigo que esté dispuesto y pueda apoyarlos en momentos de apuros. Es más frecuente que las personas digan que pueden contar con ellos y que realmente no lo hagan, dejándonos no solo desanimados, sino decepcionados también. Pero en momentos difíciles, hay Alguien que es altamente confiable y que no nos fallará jamás. El salmista ruega: Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Se le pide a Dios que escuche, sabiendo que librará de la tribulación o problema con prontitud. También que sea el soporte inamovible que, aunque todo se sacuda, permanece firme; y lo que nos protege de los embates de los enemigos. Pero se hace esta solicitud porque hay confianza y certeza de que puede hacerlo, que nada podrá rebasarlo ni hará que nos deje indefensos. Él es nuestra protección más eficaz.

Muchas situaciones pueden venir a tu vida. Busca ayuda en Dios, que podrá proporcionar la protección y defensa más absoluta. Clama a Él con total confianza, y te librará de lo que te inquiete, sea de la mano de tus perseguidores o de las tribulaciones. Descansa en Él. ¡Dios te bendiga!

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Invócame el día de angustia

“E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.”

Salmos 50:15 RVR1960

Las personas tienden a ofrecer su ayuda como modo de probar su amistad, pero muy pocos realmente están dispuestos a actuar en favor de otros, excepto cuando saben que habrá beneficios para ellos. Muy pocos son fieles a sus promesas, y se ha convertido en un asunto de formalidad, en la cual ni la persona verdaderamente quiere ayudar, ni espera que se le solicite su intervención. Del mismo modo, a la persona a la que se le ofrece la ayuda, sabe que es una cuestión de urbanidad.

Mucho se ha predicado de la ayuda que recibimos de Dios si nos ponemos en Sus manos. El salmista recoge la intención de Dios al declarar: invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. El Altísimo quiere que contemos con Él, que lo involucremos en las situaciones que tenemos, en nuestros sufrimientos, en nuestro dolor. Está a nuestro lado, y es fiel a sus promesas. A cambio, debemos testificar de sus obras en nuestra vida, su ayuda y su intervención en nuestras dificultades.

Este es un aspecto que debemos experimentar por nosotros mismos. Es algo que le agrada a Dios, y que solo con dependencia, comunión, obediencia y perseverancia podremos aspirar. Debemos ser fieles a nuestras decisiones, y escoger a Dios antes que al mundo. Así tendremos un respaldo que nos librará sea cual sea la adversidad que venga en contra nuestra.

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