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Fructificarás en la vejez

“Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes.”

Salmos 92:14 RVR1960

Uno de los temores que más aquejan a las personas es el envejecer. Cuando nos hacemos ancianos, cambios bruscos suceden en nuestras vidas. No solo nuestra resistencia disminuye, sino que también aparecen nuevas enfermedades y empeoran las ya existentes, cambia nuestra percepción de nosotros mismos, pues ya no reconocemos la imagen nuestra en el espejo y al jubilarnos disminuye también nuestro aporte económico, lo cual nos hace sentir menos importantes. Todo esto trae afectaciones psicológicas y se tiende a la depresión, además de que pueden comenzar episodios de maltratos familiares. Y a todos estos cambios irreversibles se les teme.

Sin embargo, aun cuando en la sociedad esta situación es más frecuente de lo que quisiéramos admitir, y la vejez nos hace sentir inservibles, que ya somos una sombra de quienes éramos, la verdad es que no hay nada más lejos de la verdad. El salmista habla acerca de los justos y la influencia de Dios sobre ellos si se mantienen fieles a la casa del Altísimo, y de ellos dice: Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. Esto nos habla de longevidad, utilidad, vida, carácter y destino de los que han decidido confiar en el Todopoderoso. Fructificaremos en otras personas, llevándoles a Cristo, hablándoles, intercediendo, predicándoles. Nos replicaremos en otros al instar, al testificar, al dar palabras de ánimo. No podemos temer la falta de fuerzas, a las enfermedades o situaciones si Dios es nuestra fortaleza, nuestro sanador y pronto refugio.

No te dejes engañar. Aun en la vejez eres importante y tienes un propósito. Y mientras hombres, demonios y situaciones tratan de hacerte sentir débil e inservible, en Dios encontrarás todo lo que necesitas, de Él obtendrás energías y descubrirás que eres invaluable. Continúa en los caminos, y confía. Él nunca te abandonará, pues a Sus ojos, eres importante, sin importar tu edad. ¡El Señor te bendiga!

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Dios nos librará de aflicciones

“Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.”

Salmos 34:19 RVR1960

Hay ocasiones en los que las 24 horas del día nos parecen el doble o el triple de lo que son en realidad. Da la sensación de que el día no acabará, nos vienen situaciones desagradables una detrás de otra, y para empeorar las cosas, sabemos que mañana tendremos que seguir lidiando con ellas. Sea situaciones económicas, familiares, en el trabajo, con algún enemigo, enfermedades, en nuestro quehacer diario sabemos que todo se puede complejizar de tal manera que sentimos que nos cuesta hasta respirar. Es tal el estrés, que solo queremos llegar a la casa, para ver si al día siguiente ya terminó esa pesadilla.

Y encontrarse en un entorno adverso sin nadie con quién contar es terrible, más si está sobre nuestros hombros darle solución al problema, y tenemos familia que depende de nosotros. Y si te sientes así hoy, hay una palabra de aliento de parte del salmista a los que creen en Dios: Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová. Aunque vengan contra nosotros todo tipo de dificultades, no estamos solos. Tenemos ayuda irremplazable, capaz de ayudarnos a salir de cualquier crisis en la que nos encontremos. Pero esto es algo que tenemos que ganarnos también. Debemos tener una buena relación con Dios, alejarnos de los pecados y mantener comunión con Él.

Si tenemos una relación firme con nuestro Padre Celestial, nada prevalecerá en contra nuestra. Complots, estratagemas, todo tipo de trampas y situaciones serán puestas por nuestros adversarios, pero de todas ellas nos librará Dios. Confía en Él. ¡El Señor te bendiga!

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El justo sirve de guía

“El justo sirve de guía a su prójimo; mas el camino de los impíos les hace errar.”

Proverbios 12:26 RVR1960

Siempre que comenzamos en algo por primera vez, nos viene bien escuchar la experiencia de los que llevan tiempo en la actividad. De ese modo aprendemos que es correcto hacer y que no, que nos puede traer problemas y cómo hacer las cosas adecuadamente. También nos enteramos de como se comportan los más experimentados, que ya han aprendido la manera más óptima y reducida de llevar a cabo las tareas, en vez de tener que aprenderlas por nosotros mismos, y evitar así las novatadas.

En cualquier área de la vida es factible remitirse a los que más tiempo llevan, pero esto también puede traer problemas. No necesariamente las personas serán dadas a explicar a los recién llegados como hacer las cosas bien, dándoles su conocimiento práctico. Ni podemos dejarnos guiar por quienes no conocemos ni sabemos de sus intenciones. El este pasaje de Proverbios se nos dice: El justo sirve de guía a su prójimo; mas el camino de los impíos les hace errar. Un cristiano o una persona de bien nos indicaría el camino correcto, la forma adecuada de comportarnos y hacer las cosas. El seguidor de Cristo habla palabras de bien, busca la bendición de Dios para los demás, y trata de evitarles que cometan pecado. Por otro lado, seguir la senda de las personas que no tienen temor de Dios solo nos llevará a cometer sus mismas malas acciones y terminar teniendo problemas con todos a nuestro alrededor.

Como cristianos, procuremos el bien para otros, actuemos como nos gustaría que hicieran con nosotros, llevando a los que buscan nuestra guía por caminos de bien, sin malicia ni dobles intenciones. Esta es también nuestra manera de glorificar el nombre de Dios con nuestras obras. ¡El Señor te bendiga!

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Dios bendecirá al justo

Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor.”

Salmos 5:12 RVR1960

Seguir a Cristo es una decisión que tiene un impacto para la vida de las personas. Muchos inconversos hasta preguntan si hay alguna ventaja en ello. Y contrastando en esta vida que un cristiano tiene que dejar de hacer muchas cosas que el resto de las personas ven como normales, pero que realmente son pecado; que existe persecución, burla, descrédito, difamación; y las situaciones que se enfrentan frecuentemente, es lógico pensar que no vale la pena.

Lo que ellos no saben, y cada creyente lo experimenta diariamente, es lo que el rey David dice en este pasaje en expresión de reconocimiento hacia Dios: Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor. Aun cuando este es un salmo en el que pide protección, hay certeza de que será respondido, y termina con una frase que demuestra plena confianza. Nadie mejor que él para hacer esta declaración, porque vivió enfrentando situaciones de vida o muerte, y siempre tuvo la presencia de Dios a su lado. Eso mismo sucede con nosotros. Sin nuestro Padre Celestial no podríamos llevar la carga que está sobre nuestros hombros, ni podríamos siquiera levantarnos en las mañanas, por temor a lo que nos depararía el día. Pero la bendición de Él está sobre nosotros, y Su favor nos posibilita pasar en medio de las dificultades sin mayores consecuencias. Pero cuando somos afectados, siempre da la salida.

Cuando vemos de cuantas cosas nos ha librado hoy Dios, no nos queda más remedio que levantar nuestros ojos, y agradecerle cómo mismo hace David. Antes de que veamos Su protección, sabemos de antemano que Él tomará el control de nuestro día, y todo irá bien. Confía en Dios. ¡El Señor te bendiga!

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Mejor es lo poco del justo

“Mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores.”

Salmos 37:16 RVR1960

Es frecuente ver que las personas que creen en Dios, que se preocupan por su vida espiritual más que por los bienes materiales, tienen pocas pertenencias.  Por otro lado, los inconversos tienden a acumular dinero y posesiones, tienen su vista puestas en este tipo de metas, y dedican su vida a obtenerlas, a costa de lo que sea necesario. Son dos enfoques de vida totalmente distintos, pero a veces los propios cristianos se desesperan al ver prosperar a los que no temen a Dios.

Al respecto, el salmista declara: Mejor es lo poco del justo, que las riquezas de muchos pecadores. ¿Qué puede haberlo llevado a tal conclusión? Una persona que depende de Dios solo lo tiene a Él como proveedor. Confía en que el Padre Celestial le proporcionará sustento, que hará fructificar el producto de su trabajo, tiene su vista en aspectos espirituales, y no teme sacar de sus pertenencias para ayudar al prójimo. Mientras, las personas que no creen en Dios son capaces de hacer pactos con demonios o hacer uso de hechicería por obtener fama, posición o riqueza. No dudan en hacer cualquier actividad ilegal si esta les reporta dividendos, pueden perfectamente pasar por encima de quien sea y usarlos como escalones para ascender. Y solo les interesa su persona, nada más. Cualquier acto benéfico es más probable que sea para evadir impuestos o una campaña de marketing para tratar de cambiar una imagen pública dañada. Pero la gran diferencia es el resultado al final del día. Cuando el creyente se acuesta, aún cuando queden cuentas por pagar, cree que será suplido, y tiene paz en medio de cualquier situación difícil. Por el contrario, los impíos, hasta en medio de su abundancia tienen intranquilidad, preocupaciones por si sus actos de corrupción salen a la luz, o son delatados por otros.

Lo que tenemos cuando somos creyentes temerosos de Dios es provisto por Él y fruto del sudor de nuestra frente. Mientras, son actos de maldad y ambición y haciendo cuanto sea necesario hacer lo que respalda a los pecadores. Pero al concluir nuestra vida, cada quien también tendrá acorde a sus actos, unos para salvación y otros para condenación. Nunca envidies las riquezas de otros. ¡El Señor te bendiga!

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Torre fuerte es Dios

“Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado.”

Proverbios 18:10 RVR1960

Cuando los enemigos se acercaban a atacar una ciudad, los defensores debían refugiarse tras los muros para resistir así el asedio. Las torres posibilitaban divisar al enemigo desde lo lejos, aumentar el alcance de las armas de la época, así como mejorar la defensa y evitar que los atacantes pudiesen escalar las murallas. Pero estas torres solían ser también objeto de ataque, porque si lograban que se desplomaran sobre los guardias, posibilitaría reducir la resistencia y los números de las tropas, de modo que estas eran construidas con materiales resistentes para que aguantaran los embates de los elementos y las armas de asedio. La imagen de esas torres infundía seguridad a los habitantes.

En este pasaje de las Sagradas Escrituras dice: Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el justo, y será levantado. Y Dios es, para los que creen en Su nombre, como una torre donde podemos encontrar seguridad, defensa, y refugio de los enemigos. Nada hay tan fuerte como Él, nada podrá destruirlo ni debilitarlo. Y todo el que busque amparo y protección lo podrá hallar, sea cual sea su situación. Si los enemigos intentan derrotarte, si te han humillado, si sientes que no tienes fuerzas, acude al Padre Celestial, y Él te levantará.

Cuando te sientas cansado, amenazado o asediado por los enemigos, acude a Dios. Si invocas Su nombre, será tu estandarte, coraza, torre fuerte. Confía en Él, y nada podrá prevalecer contra ti. ¡El Señor te bendiga!

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Fructificando en la vejez

“Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes.”

Salmos 92:14 RVR1960

Uno de los temores que más aquejan a las personas es el envejecer. Cuando nos hacemos ancianos, cambios bruscos suceden en nuestras vidas. No solo nuestra resistencia disminuye, sino que también aparecen nuevas enfermedades y empeoran las ya existentes, cambia nuestra percepción de nosotros mismos, pues ya no reconocemos la imagen nuestra en el espejo y al jubilarnos disminuye también nuestro aporte económico, lo cual nos hace sentir menos importantes. Todo esto trae afectaciones psicológicas y se tiende a la depresión, además de que pueden comenzar episodios de maltratos familiares. Y a todos estos cambios irreversibles se les teme.

Sin embargo, aun cuando en la sociedad esta situación es más frecuente de lo que quisiéramos admitir, y la vejez nos hace sentir inservibles, que ya somos una sombra de quienes éramos, la verdad es que no hay nada más lejos de la verdad. El salmista habla acerca de los justos y la influencia de Dios sobre ellos si se mantienen fieles a la casa del Altísimo, y de ellos dice: Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. Esto nos habla de longevidad, utilidad, vida, carácter y destino de los que han decidido confiar en el Todopoderoso. Fructificaremos en otras personas, llevándoles a Cristo, hablándoles, intercediendo, predicándoles. Nos replicaremos en otros al instar, al testificar, al dar palabras de ánimo. No podemos temer la falta de fuerzas, a las enfermedades o situaciones si Dios es nuestra fortaleza, nuestro sanador y pronto refugio.

No te dejes engañar. Aun en la vejez eres importante y tienes un propósito. Y mientras hombres, demonios y situaciones tratan de hacerte sentir débil e inservible, en Dios encontrarás todo lo que necesitas, de Él obtendrás energías y descubrirás que eres invaluable. Continúa en los caminos, y confía. Él nunca te abandonará, pues a Sus ojos, eres importante, sin importar tu edad. ¡El Señor te bendiga!

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Lo que hablamos

“Manantial de vida es la boca del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos.”

Proverbios 10:11 RVR1960

Lo que pensamos tiene un impacto directo en la forma en que vivimos, como nos comportamos y en la forma en que hablamos. Si bien es cierto que la manera en que lo hacemos ha sido adquirida partiendo de nuestro entorno, contexto y experiencias, también nuestra mente puede crear un círculo vicioso que nos impide apartarnos de estas costumbres nocivas. En lo que decimos se percibe con facilidad la manera en que se piensa, y esto es confirmado con nuestras actitudes y modos de comportamiento.

Siempre hay alguien que conocemos que nos resulta incómodo encontrar. Sus palabras pueden estar llenas de rencor, odio, amargura, y nunca encontramos un tema agradable o que sea de interés. Más aun, existen otros que insisten en comentar acerca de sus pecados, mostrándolos como hazañas, y tratan de arrastrarnos también a ello, mirándonos como tontos si no realizamos también sus malas obras. En este pasaje se nos dice: Manantial de vida es la boca del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos. Y es que, por el contrario, en un seguidor de Dios debemos encontrar palabras de ánimo, de edificación, temas que consoliden nuestra fe, y temas de conversación acorde a lo que realmente llena su mente y corazón. Y lo que escuchamos debe servir para beneficio nuestro, no que se conviertan en una motivación para pecar.

En un cristiano debe encontrarse siempre un testimonio de fe, una referencia a Cristo, una llamada al arrepentimiento y a la vida eterna. Cuidemos nuestras palabras y nuestros pensamientos. Recordemos que de toda palabra ociosa que hablemos, daremos cuenta (Mateo 12:36 RVR1960). Procuremos ser de bendición y edificación para otros. ¡El Señor te bendiga!

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Hay provisión en casa del justo

“En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío.”

Proverbios 15:6 RVR1960

Existe gran diferencia entre el comportamiento y los objetivos de vida de las personas que confían en Dios y los que no. Los primeros condicionan sus metas y propósitos a la voluntad del Altísimo, mientras que los segundos solo toman en cuenta su propio beneficio. Las diferencias se establecen en lo que cada quien quiere lograr, su fuente de obtención y los métodos para hacerlo.

En este pasaje de Proverbios se nos dice: En la casa del justo hay gran provisión; pero turbación en las ganancias del impío. En la actualidad, si bien no somos justos, somos justificados por la sangre de Cristo y Su sacrificio en la cruz. Pero podríamos contrastar las posesiones de los creyentes verdaderos, y los inconversos, notándose que los últimos siempre tienen mayores posesiones, fama y riquezas. ¿Cómo entonces hay gran provisión en los que siguen a Jesús? La respuesta es sencilla. Un verdadero cristiano entiende que estamos de tránsito por esta vida. Sus necesidades son pocas, porque pretende agradar a Dios en lugar de ser admirado por los hombres. Además, confía en que será provisto por Dios de todo cuanto necesita. Y aunque esto no quiere decir que descuide todo y deje de trabajar y proporcionar sustento a su familia, prefiere hacer riquezas en el cielo y no en la tierra. Por el contrario, una persona que no tiene a Cristo en su vida, solo trata de satisfacer su carencia espiritual con fama, riquezas y bienes materiales, sin importar que tenga que hacer y cuantos negocios ilícitos sean necesarios.

Un creyente tiene provisión no solo de sustento y bienes materiales, sino de aspectos espirituales también, entre ellos paz y presencia de Dios. Mientras, los que dependen de malas obras, corrupción e ilegalidades para alcanzar sus metas, tienen preocupación e inquietud como compañeras, haciéndoles perder el sueño en las noches. Mantengámonos de la mano de Dios, el cual nos proveerá sin que tengamos preocupación alguna. ¡El Señor te bendiga!

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El justo por la fe vivirá

“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.”

Gálatas 3:11 RVR1960

La disyuntiva entre las obras y la fe en los cristianos es amplia y los criterios están divididos. Mientras una parte alegan que se es salvo por fe (Efesios 2:8-9 RVR1960), otros incluyen las obras (Santiago 2:17-20 RVR1960), de modo que consideran tener respaldo bíblico para sustentar su posición. ¿Cuál es entonces la realidad? ¿Necesito obras para poder ser salvo?

Realmente no existe una discrepancia entre Pablo y Santiago. Por gracia, a modo de regalo, Cristo murió por nuestros pecados, y nuestra fe en que Su sacrificio es suficiente para redimirnos si nos arrepentimos de nuestros pecados, es lo que nos proporcionará salvación. Sin embargo, estas buenas obras son fruto de esta misma salvación. Santiago habla de estas obras como continuidad y consecuencia de la transformación que se obra en nosotros. No podemos permanecer impasibles, y los rasgos de la naturaleza de Dios se van evidenciando. Pablo explica a los gálatas, producto a la confusión que existía si era necesario agregar obras de la ley a la fe: Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.

La ley no nos justificaba, sino que nos hacía entender por qué somos transgresores. Pero la fe en Dios es lo que nos hace vivir. Creer que Jesús es el mediador y Salvador de la humanidad, que por Su sacrificio somos redimidos, y que solo a través de Él podremos acercarnos al Trono del Padre es el único camino para reconciliarnos con el Altísimo. Es nuestra fe la única que puede darnos vida. ¡Dios te bendiga!

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