El principio de la sabiduría

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”

Proverbios 1:7 RVR1960

En los albores de la humanidad, lo que más se tenía en estima era la fuerza física y las habilidades de caza. Con el transcurso del tiempo, se fue relegando a un segundo plano, siendo la inteligencia y la sabiduría como aplicación práctica la que ganó en importancia, manteniéndose así hasta la actualidad. Los padres se muestran orgullosos cuando sus hijos demuestran ser inteligentes a temprana edad, y más aún cuando obtienen buenas calificaciones en sus estudios.

Sucede que la inteligencia es la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Esta capacidad de adaptación y reacción es muy apreciada en entornos laborales y sociales. Por su parte, la sabiduría se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia propia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, lo bueno y lo malo. Sin embargo, vemos en este pasaje que se nos dice algo que no está concebido en lo que hemos visto hasta ahora: El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Mientras hombres de ciencia altamente reconocidos niegan a Dios, se nos dice que el primer paso hacia la sabiduría es la obediencia al Altísimo. Y es que a veces olvidamos que tan efímera es nuestra vida, que somos inteligentes porque Dios nos ha permitido serlo, y que también puede proveernos de sabiduría si se la pedimos.  Agrega, además, que solo los insensatos desprecian la enseñanza y sabiduría.

Reconocer la existencia de Dios, y obedecerle es primordial para tener sabiduría, y una muestra de inteligencia. Pero en lugar de habilidad en los negocios o en los estudios, de cuánto dinero o propiedades tenemos, atañe directamente a donde pasaremos la eternidad. ¡El Señor te bendiga!

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Callando la ignorancia con el bien

“Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos”

1 Pedro 2:15 RVR1960

Una de las cosas a las que está expuesto un cristiano diariamente es a la crítica y cuestionamiento de sus actos por parte de los no creyentes. Es frecuente que se esté esperando si se comete alguna falta para señalarla inmediatamente, y tratar de buscar lecturas fuera de contexto a cada acción hecha. El mundo levanta un dedo acusador y constantemente somete a los hijos de Dios a escrutinio, comportamiento aprendido de Satanás y llevado a cabo por quienes se encuentran bajo su dominio.

En este pasaje de las Escrituras, vemos que Pedro nos dice: esta es la voluntad de Dios: que haciendo el bien hagan callar la ignorancia de los hombres insensatos. El Todopoderoso quiere que mediante nuestra actuación y buenos actos impactemos con nuestro testimonio en esas personas cuya ignorancia espiritual les ocasiona interpretar mal los actos de los seguidores de Cristo, influenciados por prejuicios, murmuraciones y apariencias. Que no tengan conocimiento de Dios, debería movernos a nosotros a compasión más que a ira. Ellos quieren juzgar cosas que no pueden por su propia incredulidad, y se encuentran con los ojos vendados por el pecado y costumbres mundanas. Es nuestro comportamiento, a pesar del trato que recibamos de ellos, lo que nos hará diferenciarnos, e impactar en sus vidas mediante la presencia del Espíritu Santo y nuestras buenas acciones.

No debemos molestarnos ni perder la paciencia cuando seamos atacados y se trate de malinterpretar nuestras acciones. Más bien debemos mostrar compasión y amor cristiano. Conocemos lo que ellos desconocen, y quizás nosotros en algún momento nos comportamos así también. Hagamos el bien, aún a nuestros enemigos. De este modo, la luz de Cristo brillará en nosotros y nos acercaremos más al modelo del Unigénito de Dios.

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