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Manteniéndonos firmes en la fe

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.”

Hebreos 10:23 RVR1960

En tiempos del medioevo, y hasta el siglo XVIII o XIX, las personas podían hasta morir por no retirar su palabra empeñada. Existía un concepto tan elevado del honor, que hacía que las personas cumplieran a cabalidad sus promesas, y nadie profería frase alguna si no planeaba cumplirla. Por supuesto, habían excepciones, pero eran las menos, comparado con los que no faltaban a sus compromisos verbales. Sin embargo, en nuestro tiempo se suele hablar y hacer promesas sin verdaderamente tener intenciones de cumplirlas. Promesas de amor para toda la vida, de negocios beneficiosos, de amistad inquebrantable, de devoluciones de deudas, todo tipo de situaciones se dan en la actualidad que proporcionan una falsa seguridad con tal lograr algo de nosotros, generándose así un escepticismo general, convirtiendo la desconfianza en un modo de supervivencia.

Y esto, involuntariamente, es trasladado a la iglesia. Cuando comenzamos a asistir a una congregación, escuchamos con embeleso todo lo que nos espera como cristianos. Oímos cada promesa dejada para el Cuerpo de Cristo, y nos apropiamos de ellas. Pero pasa el tiempo, y el enemigo siembra una duda, la cual comienza a ganar terreno en nosotros lentamente, y recordamos cuantas veces nos han fallado, o pensamos si ha sido por emocionalismo que estamos allí. Así falla nuestra fe. La meta clara ante nosotros se estremece y ya no la vemos igual. No sabemos si abandonar o continuar. Y de este estado es del que previene el autor de la epístola a los hebreos, al decir: Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Nuestra esperanza está basada en la fe, en que nuestros pecados nos son perdonados por el sacrificio de Cristo en la cruz, si nos arrepentimos de ellos y no los volvemos a hacer, que somos coherederos del reino de los cielos, y que moraremos con Dios por la eternidad. Pero nada de esto fue dicho por un hombre cualquiera, sino que fue prometido por el Hijo de Dios, y, como se nos aclara, fiel es el que prometió.

Cuando tengas temores o dudas, cuando tiemble tu fe, recuerda que Dios nunca ha faltado a Sus promesas. No importa que experiencia anterior con tus semejantes hayas tenido, Él siempre se mantiene fiel a Su palabra y lo que ha prometido se cumplirá sin importar circunstancia o situación. Confía en Él siempre. ¡El Señor te bendiga!

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Bien, buen siervo y fiel

“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”

Mateo 25:21 RVR1960

Las carencias y pocos recursos a veces hacen que las personas pierdan la cabeza y tomen decisiones equivocadas. Solamente teniendo valores firmes y absolutos, puede uno actuar adecuadamente en cualquier situación, principalmente si cuenta con la guía de Dios. Como procedimiento de formación y creación de reserva de dirigentes, se va probando gradualmente la integridad de los subordinados seleccionados, y dependiendo de cómo se comportan, se valora si pueden o no ponerse en una posición de más importancia.

Jesús narra una parábola refiriéndose al Reino de los cielos, en la cual una persona que partía por un tiempo de su casa, entregó talentos a sus siervos, entregándoles talentos a cada uno acorde a su capacidad. Los talentos (gr. τάλαντον) eran una unidad monetaria equivalente a 6000 dracmas, o 21 600 gramos de plata. Al regreso del hombre, sus siervos le dicen que habían hecho con lo que se les había confiado. Dos de ellos recibieron halagos, pues habían invertido y duplicado lo que se les había confiado. Dice Jesús: Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Quizás si hubiesen sido puestos al frente de todas las posesiones, habrían fallado. El ego los habría hecho olvidar que no eran los dueños, y como vemos, de tres, uno no tenía la misma manera de pensar de los otros. Pero ellos fueron fieles en lo poco, y en recompensa de su gestión, mayordomía y fidelidad, fueron premiados por igual, aunque había diferencias entre sus capacidades.

A veces, como cristianos, no entendemos la situación en la que estamos. Puede que tengamos carencias, que muchas cosas nos falten y que miremos los logros de los inconversos. Pero recordemos que Dios nos ha dado talentos y responsabilidades, y se está evaluando nuestra integridad, mayordomía y fidelidad. Nuestro Padre Celestial tiene recompensa para nosotros, y desea ponernos sobre mucho, ya que fuimos fieles en lo poco. Pero más allá de cualquier pago, el solo hecho de estar en el gozo de Dios es más que suficiente, por todo lo que ha hecho por nosotros. Perseveremos y seamos fieles. ¡El Señor te bendiga!

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Cambiando quienes somos

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.”

Salmos 19:7 RVR1960

Cada persona requiere de una guía en diversos momentos de su vida. Sea cuando pequeños, que necesitamos tener las bases de lo que es correcto hacer y lo que no, cómo comportarnos y aprender a vivir en sociedad; cuando estudiantes, que nos enseñan lo que es preciso saber desde el punto de vista intelectual; y posteriormente con expertos en nuestro trabajo, donde aprendemos prácticamente los pormenores del oficio.

Sin embargo, lo anterior no necesariamente involucra una verdadera transformación, solo una adaptación al medio. Quienes somos no se ve afectado, y puede que seamos adictos a la bebida, quizás a droga, que tengamos tendencia a robar o seamos personas abusivas. El conocimiento intelectual o su puesta en práctica no cambia nuestra naturaleza. Pero un encuentro con Dios cambia todo. El salmista declara: La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Nada hay más cierto que esto. La presencia del Altísimo ha transformado miles de millones de vidas, y cuando somos confrontados con las Sagradas Escrituras, y obra en nosotros el Espíritu Santo, sucede un cambio a nivel espiritual.

Dios es perfecto y fiel. Puede transformarte hoy en una persona conforme a Su voluntad. Puede dar conocimiento a los que no tienen, sin reservas y sin reproche. Él puede hacer grandes cosas en tu vida, todo en base de Su pacto con la humanidad y mediante la Sangre de Su Hijo Jesucristo. Ponte en Sus manos. ¡Dios te bendiga!

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Cristo es el mismo por los siglos

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”

Hebreos 13:8 RVR1960

Ha sucedido que tenemos amigos, sea de la infancia o ya de adultos, que dejamos de ver durante algún tiempo, y nos percatamos que han cambiado completamente cuando los volvemos a encontrar. Ya la manera de tratarnos, el comportamiento, intereses y motivaciones han cambiado, y es como conocer nuevamente a la persona. Las experiencias que ha tenido ha hecho que su modo de pensar sea distinto, y hasta acuerdos y arreglos que se pudieron establecer de antemano, han sido modificados por este cambio de parecer.

El autor de la Epístola a los Hebreos declara: Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Mientras el dios en el que creen los musulmanes es caprichoso, voluble, y solo mediante obras pueden llegar a ser salvos, Jesús es fiel. Sus promesas y su pacto hacia la nosotros no cambian, sin importar las circunstancias ni los tiempos. Él permanece, y Su relación de amor hacia la humanidad es inquebrantable. Del mismo modo, las palabras plasmadas en las Sagradas Escrituras se mantienen vigentes, sin importar tiempo, régimen social, escuelas de pensamiento, corrientes psicológicas ni filosóficas modernas.

No dudemos. Las palabras de Cristo no tienen fecha de expiración, y cada cosa que ha prometido se cumplirá. Su pacto y su manera de ser es la misma hasta el final de los tiempos. No importa si nosotros fallamos, Él no lo hará. Sin importar nuestros pecados, está dispuesto a perdonarnos, si nosotros procedemos al arrepentimiento y creemos que Su sacrificio es suficiente para limpiarnos y reconciliarnos con Dios. Cree en Él.

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Confesando nuestros pecados

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”

1 Juan 1:9 RVR1960

El pecado nos aleja de Dios. Por Su naturaleza, Él no puede tolerar el pecado ni tiene intimidad con quienes lo practican. Y es el pecado causa de muerte y deterioro del ser humano. Y si bien cada uno de nosotros fue creado para tener una relación cercana con nuestro Padre Celestial, nuestra tendencia a hacer el mal crea un abismo entre Él y la humanidad.

Y la vida sin Dios se vuelve vacía. Las personas así viven sin un propósito, y se vuelcan hacia la fortuna, fama, relaciones sexuales, pero nunca logran llenar ese hueco en sus vidas. Aún cuando en pleno siglo XXI hemos creado todo tipo de ideologías, corrientes filosóficas y psicológicas para negar la necesidad de Su presencia en cada uno de nosotros, no lo logramos. Hay hasta quien se ha quitado la vida por la carencia de esta relación que hemos perdido.

Pero Dios espera por nosotros. En la primera epístola de Juan se nos dice que Dios está dispuesto a perdonar nuestros pecados y limpiar nuestra maldad, porque es fiel a Sus promesas y justo, si confesamos nuestros pecados. Esta condición implica confesar con un corazón arrepentido que hemos pecado. No es el momento de justificarnos sino de reconocer que no hemos hecho las cosas bien, e incluye las ofensas contra las personas a nuestro alrededor. Esta acción, agregada al reconocimiento de Jesús como Señor y salvador, hace que podamos tener certeza de que Dios nos perdonará y se restablecerá la relación perdida, de que seremos adoptados como hijos, de que el Espíritu Santo hará una obra transformadora en nuestras vidas para, de forma gradual y progresiva, perfeccionarnos y acercarnos a la imagen de Cristo.

Esta acción nos permitirá conocer verdaderamente nuestro propósito en la vida, porque somos especiales para Dios y Él tiene un plan para cada uno de nosotros. Ya no habrá mas vacío en nuestras vidas, habrá una sensación de plenitud, y podremos disfrutar de una relación que estaba diseñada desde el inicio de los tiempos y que continuará por toda la eternidad.

Si somos cristianos o no, si hay algún pecado que confesar a Dios, hoy es el día. Él espera por nosotros para reconciliarse. Solo queda que nos decidamos a dar el paso.

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