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Intenciones hacia los hermanos

“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.”

3 Juan 1:2 RVR1960

Como parte de convenciones sociales, específicamente de buenos modales y educación formal, se desea a las personas al saludar que tenga un buen día, y se ajusta en dependencia de en qué momento del día suceda. Así se hace formalmente, pero cuando existe más confianza, y se conoce acerca de aspectos de la salud, de la familia, entre otros detalles, se intercambian deseos de buena salud, suerte, buenaventura, y así sucesivamente. Pero con la frialdad y maldad en la que el mundo se encuentra sumido en la actualidad, es frecuente ver personas que de labios para afuera dicen una cosa, pero en su fuero interno solo desean el mal para uno.

En esta epístola de Juan, vemos que su saludo es como sigue: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Esta manera de referirse a él implica un fuerte afecto fraternal, mediante el uso de una derivación del amor ágape (gr. ἀγαπητός, agapētos). A continuación, expresa sus deseos de que sea prosperado en todo, y como se puede entender en esta misma oración, hay una marcada intención espiritual más que material. Conocedor de que Gayo había tenido padecimientos de salud, desea que tenga salud física, no porque la priorizase antes que la espiritual, sino queriendo que esta estuviese de la mano al estado de su alma. Más que cualquier otra cosa, vemos la preocupación de un hermano de la fe por otro. Ánimo, pues Juan sabe que Gayo había tenido problemas de salud y sufrido otras pruebas. Y sin hacer distinción ni escudarse en su posición como apóstol, da palabras de ánimo, de edificación, lo insta a seguir y se mantiene atento a su estado.

Debemos imitar con nuestros hermanos este comportamiento de Juan, cualquiera que sea nuestra posición en la congregación. Animarlos, orar y fortalecerlos en medio de las dificultades o enfermedades. Tener expresiones de amor fraternal genuino, en medio de este mundo de dobles caras, y presentemos nuestros deseos a Dios por ellos, para que sean respaldados y se mantengas en los caminos de Salvación. ¡El Señor te bendiga

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No busco lo de ustedes, sino a ustedes

“He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.”

2 Corintios 12:14 RVR1960

Los pastores y líderes de las congregaciones son personas que reciben mucha atención por parte de los feligreses. Al ser los guías espirituales, se les tiene mucha consideración, y se les agradece la preocupación y el servicio que prestan. Pero suele suceder que precisamente por tanta atención, olviden la humildad que deben tener como rasgo fundamental, y se sienten especiales y superiores, quieren tratos distintivos, y no recuerdan que Cristo estaba sentado junto a discípulos y multitud de pecadores, sin tantos protocolos ni aires de grandeza.

El apóstol Pablo decide ir nuevamente a la iglesia de Corinto, y les dice: Estoy preparado por tercera vez para ir a visitarlos; y no les seré una carga, porque no busco lo de ustedes, sino a ustedes, porque no son los hijos los que deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos. Pocas personas tenían el nivel de relación con Dios y espiritualidad de Pablo en su época. Sin embargo, vemos como el apóstol, aun a una edad avanzada, trabajaba para ganarse su sustento y no convertirse en una carga para la iglesia. Es específico cuando dice que no busca los bienes de los cristianos, sino a los creyentes. Tiene más interés en los aspectos espirituales que en obtener beneficios materiales de los creyentes, pero no lo dice solo de la boca para afuera, sino que lo demuestra con hechos. Viéndose como padre espiritual de ellos, dice que no es correcto que los hijos atesoren para los padres, sino que es al revés.

En nuestra vida como cristianos, no sabemos donde nos pondrá Dios. Podemos desempeñar un ministerio en una iglesia local, o en una posición de poder, pero no debemos olvidar la humildad. Debemos reflejarnos en Pablo, como siendo un pilar de la iglesia primitiva no se constituía en carga para nadie y sentía que más bien debía dar él, antes que recibir.

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Cuidándonos de filosofias modernas

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”

Colosenses 2:8 RVR1960

La filosofía es una disciplina académica, que parte de doctrinas fundamentadas en un conjunto de razonamientos lógicos y metódicos sobre conceptos abstractos como la existencia, la verdad y la ética, basados en la ciencia, características, causas y efectos de las cosas naturales, como el ser humano y el universo. Existen disímiles corrientes filosóficas, algunas de pocos seguidores y otras que han definido el rumbo de la sociedad de la época y la actual, pero todas basadas en la percepción de sus creadores y como explicaban las relaciones fundamentales entre sus categorías.

En el tiempo que el apóstol Pablo escribió esta epístola, había una corriente filosófica judeo-oriental propagándose en Colosas, la que posteriormente se convirtió en gnosticismo, una doctrina religiosa esotérica y herética, enfatizando su conocimiento espiritual por encima de enseñanzas de la iglesia y aún del propio Cristo, tratando a su manera de explicar a Jesús, su impacto y naturaleza.

La advertencia del apóstol a los creyentes de la iglesia primitiva fue que tuvieran cuidado de que nadie los engañara mediante filosofías, pequeños cambios sutiles, tratando de forzar las verdades y principios divinos a las tradiciones y pensamientos humanos, distorsionando así su esencia. También en la actualidad las personas tratan de emparejar a un Dios Todopoderoso con la manera de pensar del mundo, muchas veces para acomodarlo a sus propias ambiciones, sin percatarse que hacerlo sería como que un cultivo de bacterias tratase de comprender la complejidad del pensamiento humano, y lo igualaran a su comportamiento y entendimiento de la realidad.

La explicación, presentación y mayor autoridad sobre Dios, el Mesías, la eternidad, la vida después de la muerte, la salvación, entre otros aspectos de índole divina, están en la Biblia. Lo único necesario para comprenderla es la dependencia y dirección del Espíritu Santo. No se requiere la participación de corrientes filosóficas modernas para comprender verdades autoexplicativas, sino que Su autor, de naturaleza espiritual, nos lleve a su significado, y para esto, solo requerimos confiar en Su Palabra, tener comunión con Él y apartarnos de todo lo que se aleje de la sana doctrina.

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