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Guíame por senda de rectitud

“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.”

Salmos 27:11 RVR1960

Muchas personas han sido traicionadas por quienes ellos consideraban que eran sus amigos, pero en verdad eran sus más acérrimos enemigos. Y en la sociedad hoy en día nuestros adversarios se hacen pasar por personas que nos aprecian, para que revelemos nuestras debilidades y saber como hacernos el mayor daño. En un mundo que promueve la competencia y la sobrevivencia del más capaz, existen quienes pueden sentirse disgustados por nuestros logros, o quienes quieren usarnos como escalones para alcanzar sus metas, y suele ser difícil discernir quienes son nuestros amigos o enemigos.

Y a veces confiamos nuestras preocupaciones en aquellos que solo se burlan de nuestros problemas, o dan a entender que son personas cercanas a nosotros para luego difamarnos. También hay quienes aconsejan, para que seamos encontrados en una situación delicada o comprometedora. Y confiamos ciegamente, sin percatarnos del peligro al que nos sometemos. Es por eso que el salmista clama: Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos. Cuando Dios es quien te conduce por Sus caminos, es bastante improbable que seas puesto en una situación embarazosa. Y aunque tropieces, te sostendrá, porque está a tu lado, guardándote y librándote de la mano de los que te desean mal.

Mientras tus enemigos quieren verte caer, Dios estará evitándolo. Te ayudará a no poner pie en las trampas que dejan para ti, y si caes te ayudará a librarte. Confía en Él, que discierne las intenciones del corazón y puede alertarte, pero, sobre todo, nunca te apartes de Su camino. ¡El Señor te bendiga!

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Aunque caiga me levantaré

“Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.”

 Miqueas 7:8 RVR1960

La bondad se ha enfriado mucho en las personas actualmente. Es frecuente ver gente que se alegra de las dificultades y tropiezos que tienen sus semejantes. Existe mucha maldad y malas intenciones disfrazada de simpatía, y no solo los enemigos actúan de este modo, sino hasta algunos que se hacen pasar por amigos. Y, lejos de querer ayudar o mostrar empatía, se percibe un deseo malsano de querer saber las particularidades de los problemas, con el ánimo de burlarse o de contarlo a otros.

Vemos en Miqueas que, personificando la voz del pueblo de Israel, dice: Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz. Esta enemiga sería Babilonia, pero hay una declaración en la que alerta de que no se burlen ni sientan alegría, porque estarían caídos, pero se levantarán nuevamente, confiando en Dios para llevarlos nuevamente a luz. Esto también es algo que los cristianos podemos decir con seguridad: aunque nuestros enemigos se alegren porque hayamos caído, Dios nos hará levantarnos, si desfallecemos, Él será nuestra fuerza, y si estamos en tinieblas, aferrados a Él, será nuestra luz.

Nuestra confianza debe estar puesta solo en Dios. No sabemos las intenciones de las personas, pero podemos tener certeza de que el Todopoderoso no nos va a fallar ni nos abandonará. Si fallamos, nos perdonará y regenerará; si estamos afligidos, nos dará paz; si necesitamos ayuda y protección, la podemos encontrar en Él. Pero si dependemos de Él, no solo será nuestra luz, sino que hará que nosotros seamos luz para los que están en tinieblas a nuestro alrededor.

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Amen a sus enemigos

“Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.”

 Lucas 6:35 RVR1960

Desde pequeños somos criados mediante aspectos de reciprocidad, en los cuales tratamos y nos relacionamos con personas que nos han hecho bien o tenemos conocimiento de su conducta favorable hacia nosotros. Aunque algunos otorgan el beneficio de la duda, y tratan afectivamente a todos hasta que les hagan algún mal, en la gran mayoría impera la desconfianza, y sus buenas acciones son para su círculo íntimo, cuando más.

Sin embargo, para los cristianos hay un mensaje de parte de Cristo: Amen, pues, a sus enemigos, y hagan bien, y presten, no esperando de ello nada; y será su galardón grande, y serán hijos del Altísimo; porque Él es benigno para con los ingratos y malos. La indicación es amar, no a los que conocemos o a los que sabemos que han hecho cosas favorables por nosotros, sino a nuestros enemigos. Se nos dice que hagamos el bien. Que prestemos de lo que tenemos a los menos favorecidos sin esperar que sea devuelto, más bien como regalándolo. Y sin esperar que las personas reciproquen con nosotros nuestra actitud. Esto rompe por completo con lo que estamos acostumbrados a hacer. Pero nuestro premio es con Dios. Nos dice que seremos hijos del Altísimo, no porque esto es lo que nos hace ser adoptados por Él, sino porque en nosotros se verá la naturaleza del Padre, que en nuestra vida se puede atestiguar que fue benigno para nosotros cuando éramos ingratos y pecadores.

Como cristianos, debemos diferenciarnos del mundo. En nosotros debe verse la naturaleza de Dios, y una de ellas es el amor. Actuemos en favor de los demás, sin hacer distinciones, pues Él nunca las hizo con nosotros, y nunca lo hagamos para recibir algo a cambio, sino por obediencia y ser canales de bendición. ¡El Señor te bendiga!

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Mis ojos están siempre hacia Dios

“Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red.”

Salmos 25:15 RVR1960

En nuestro decursar por la vida nos encontramos a menudo en situaciones, que a veces percibimos y otras no, creadas por personas constituidas enemigos nuestros. Las causas de enemistad pueden ser varias, sea por celo profesional, por envidias, por alguna diferencia anterior, o sencillamente porque no le agradamos. Y para calmar sus malas intenciones, tratan de que fallemos en nuestro trabajo, de generarnos descrédito, de que haya una mala opinión en torno a nosotros, y en casos extremos, hasta de provocarnos daños físicos.

Si es un enemigo declarado, podemos estar alerta hacia él. Pero sucede en la mayoría de los casos que nuestros más acérrimos enemigos son los que nos sonríen diariamente y nos desean lo mejor. Producto a ello, los hay quienes se encuentran constantemente viendo por donde vendrá la próxima trampa, siempre preocupados y alertas para no caer en ella. Otros, menos cautos, van descuidados y caen en cuanta estratagema se ha creado en su contra. Pero existen quienes, en vez de estar alertas por cuanto sucede a su alrededor, tienen sus ojos y confianza puestos en aquel que los puede librar. En este pasaje, el salmista declara: Mis ojos están siempre hacia Jehová, porque él sacará mis pies de la red. La red es una figura frecuentemente usada para referirse a los peligros causados por los enemigos. Este es un salmo de David en el cuál él implora dirección, perdón y protección, pero hay una declaración de confianza al decir que sus ojos están siempre hacia Dios, sin importar cual sea la estrategia de los adversarios, está seguro de que el Altísimo lo librará de ella, y su vida fue un ejemplo de cuantas veces el Todopoderoso fue su escudo y dio la victoria.

Muchas situaciones pueden venir contra nuestra vida, pero de todas ellas nos librará Dios. No busquemos solución en nuestras fuerzas, o en nuestra prudencia, sino en el Padre Celestial, que puede hacer ineficaz cualquier trampa de nuestros enemigos. Confiemos en Él. ¡El Señor te bendiga!

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Amando a los enemigos

“Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen.”

Lucas 6:27 RVR1960

Un enemigo (lat. inimicus no amigo) es una persona que es contraria o adversa a uno, que tiene mala voluntad a otra y le desea o hace el mal. Esto lo encontramos a menudo en nuestra vida, personas que ni siquiera sabemos que lo son nuestros enemigos, que nos aborrecen y hacen cuanto esté en sus manos para que tengamos dificultades o un pésimo día. Los motivos pueden ser disímiles, desde la envidia, celos profesionales, hasta que sencillamente no les resultamos agradables. En el caso de los cristianos arrecia la situación, pues a veces se toma como algo personal si sienten que se les afecta o cuestiona sus estilos de vida. Pero cristianos o no, cada quien tiene enemigos con quienes lidiar.

En este pasaje, vemos que Cristo nos manda a hacer algo que resulta muy difícil: Pero a ustedes los que oyen, les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a los que los aborrecen. ¡Qué difícil de hacer! Una persona constituida enemiga nuestra no aceptará nada de nosotros, y pagará cualquier bien que se les haga con mal. Ya cada acción de nuestra parte va a ser mal vista e interpretada erróneamente. Por otro lado, a nosotros mismos nos resulta desagradable hacer algo en favor de los que nos odian. Pero Cristo está diciéndonos que hagamos algo que ya Él hizo. Cuando entre las multitudes había quienes lo detestaban, también por ellos dio Su vida, predicó a todos cuantos le querían escuchar, y desde la cruz oró al Padre para que no se les tuviese en cuenta el pecado que cometían contra el Hijo de Dios.

Cristo nos amó a nosotros cuando éramos sus enemigos, y nos hizo bien cuando no queríamos saber de Él. Nos corresponde hacer a nosotros algo similar por los que nos aborrecen, para que de este modo les llegue también la luz de Jesús. Y aunque resulta difícil, es Dios nos dará la manera de hacerlo y el amor por ellos. A nosotros solo nos queda estar dispuestos. ¡El Señor te bendiga! #AmarALosEnemigos,

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Cuando nuestros caminos son agradables a Dios

“Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.”

Proverbios 16:7 RVR1960

Depender de Dios y cumplir Su voluntad es uno de las cosas más difíciles que debe hacer un cristiano. Por nuestra naturaleza y la manera en que nos hemos acostumbrado a vivir en la actualidad, no somos receptivos a que se nos diga que hacer. Pero cuando doblegamos nuestro ser, y alineamos nuestros caminos a los propósitos de Dios, todo cambia.

En este pasaje se nos dice: Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él. Y es que si caminamos conforme a lo que el Altísimo quiere para nosotros, dependiendo de Su guía y cumpliendo sus preceptos, hará que todo a nuestro alrededor cambie para bien. Y aunque no debemos olvidar que habrán tiempos de prueba y persecución, en los cuales nuestra fe, dependencia y perseverancia será confirmada, la presencia del Espíritu sobre nosotros allanará las dificultades y apaciguará a nuestros enemigos.

Contra nosotros vendrán situaciones, también tendremos opositores y adversarios, pero nuestro Ayudador no conoce derrota, y si nos aferramos a Él y caminamos conforme a Su voluntad, nada prevalecerá contra nosotros. Mantengámonos firmes, y no nos apartemos ni a izquierda ni derecha. ¡El Señor te bendiga!

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Testificando de Dios

“Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda?”

Juan 5:12 RVR1960

Todos los cristianos experimentan en su vida el poder de Dios en algún momento mientras caminan con Él, ya sea como un único acontecimiento producto a una ferviente oración contestada, o en múltiples ocasiones, por una fe inquebrantable. Y esa es la gran diferencia con respecto a otras religiones, el presenciar hechos milagrosos y sobrenaturales, que retan la ciencia y el conocimiento humano. Sin embargo, estos eventos suelen ser tratados de ocultar por los inconversos, y a nosotros los cristianos nos corresponde evitar que suceda y solo es posible si damos testimonio de ello.

En este pasaje de las Escrituras, se relata cómo Jesús sanó a un hombre paralítico que llevaba enfermo treinta y ocho años. Sin embargo, sus enemigos, en vez de admirarse por el hecho de que alguien que llevaba tantos años padeciendo fuese sanado, solo se detuvieron en el detalle de que había cargado el lecho, puesto que era día de reposo. Vemos que dice: Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y aunque la sanidad en sí fue testimonio ante todos los que lo conocían por estar casi toda su vida allí a la espera de un milagro, él testificó acerca de su sanador, aunque sin saber quién era la persona. Pero los detractores trataron de buscar excusas para opacar el evento, y emplearon las acusaciones y trataron de encontrar defectos. En lugar de preguntar: ¿quién te sanó?, prefirieron escudarse en lo que les daría la oportunidad de acusar.

Siempre tendremos oposición, y cuando experimentemos el poder de Dios en nuestras vidas, sanando enfermedades, deshaciendo las trampas puestas contra nosotros, dándonos victoria frente a nuestros enemigos, respondiendo peticiones, vamos a encontrar personas que tratarán de ridiculizarnos, de hallar defectos y tratarán de minimizar y de hacernos pasar por mentirosos. No les demos la oportunidad. Demos testimonio de lo que Dios ha hecho y hará en nuestras vidas para edificación de los hermanos y para evidencia de los inconversos, hoy y siempre. ¡El Señor te bendiga!

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Dios nos guarda

“Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, y has avergonzado a los que nos aborrecían.”

Salmos 44:7 RVR1960

Para que una nación viva tranquila, muchas personas tiene que trabajar duro para garantizar su seguridad. Sea por parte de departamentos de inteligencia para conocer de antemano los planes de las naciones enemigas, de contrainteligencia para detectar agentes enemigos en suelo nacional, órganos del orden para prevenir delincuencia y amenazas domésticas, y muchos otros. Este trabajo se realiza sin conocimiento de los que se benefician de ello. Y cuando una persona tiene un día pacífico, es producto a varias horas de desvelo de otros.

Los cristianos abrimos los ojos a un nuevo día y realizamos nuestras tareas diarias, unas veces con dificultades y otras sin contratiempos, pero no sabemos de cuantos dilemas y situaciones de vida o muerte nos ha librado Dios. Aun cuando tenemos problemas, somos golpeados por lo más leve que puede acontecer. El salmista reconoce la protección divina al decir: Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, y has avergonzado a los que nos aborrecían. Entre personas y demonios hacen planes para hacernos caer, pero con la conducción de Dios pasamos entre ellos sin que tropiece nuestro pie, y en muchas ocasiones, el Altísimo trae delante de nosotros a aquellos que nos despreciaban necesitados de nuestra ayuda.

Si tu día ha sido libre de tropiezos, dale gracias a Dios por Su protección, pero si has tenido adversidades, agradécele también, pues no sabes de que más te ha librado sin que lo sepas. Tenerle por Padre nos proporciona un defensor divino, alguien que nos guardará de males insospechados por amor y misericordia. Confía en Dios. ¡Que el Señor te bendiga!

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Cuando nuestros caminos agradan a Dios

“Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.”

Proverbios 16:7 RVR1960

Es frecuente encontrar personas que dicen que todo está en contra de ellos. No encuentran paz en modo alguno, y encuentran conflictos en el trabajo, con las amistades, los vecinos y hasta la familia. Ni estando solos encuentran sosiego y llegan a enfurecerse con ellos mismos. Vemos que este tipo de personas encuentran impedimentos a lo largo de sus vidas, y les cuesta mucho relacionarse con otros sin usar ironías, sarcasmos o cinismos. Sus vidas son amargadas y es difícil acercarse a ellos, porque perciben cualquier acercamiento como amenazas.

En contraste con esto, vemos como en Proverbios se nos dice: cuando los caminos del hombre son agradables a Dios, aún a sus enemigos hace estar en paz con él. Cuando seguimos el rumbo que Dios tiene establecido para nosotros, ciertamente encontraremos enemigos a lo largo del camino, también personas que nos persigan y calumnien. Todo esto forma parte de pruebas que tendremos que pasar. Sin embargo, es interesante que muchas de estas personas constituidas en oponentes, dependiendo de nuestra actitud y dependencia del Todopoderoso, terminan siendo amistades y hasta hermanos en Cristo.

Dios nos llama a que amemos a nuestros enemigos, y nos da la capacidad de hacerlo. Debemos interceder por ellos, orar para que nuestro Padre Celestial tenga un trato con ellos y se rindan a Sus pies, evitar sentir ira en contra de ellos, y dejar que Dios tome el control de nuestras vidas y lo que sucede con nosotros. De este modo estaremos en Sus caminos, y aun nuestros enemigos serán apartados.

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Amando a los enemigos

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;”

Mateo 5:44 RVR1960

La gran mayoría de las películas de acción que vemos en la actualidad tienen como eje central la lucha entre el bien y el mal, pero desde la perspectiva de que el antagonista ocasionó la muerte de alguien o está causándole un mal, y el héroe venga o libera a la víctima, teniendo un combate final lleno de efectos especiales el cual culmina con la victoria del protagonista.

Este esquema es tan aceptado, que las películas que difieren de lo que ya esperamos no nos agradan o preferiríamos que acabaran del modo convencional. Sucede que ese modo de actuación es el que se ha ido grabando de modo paulatino y se han dado muchos problemas porque las personas se han tomado la venganza por sus propias manos. Actos de violencia desencadenan otros, y continúan escalando entre otros miembros de familias rivales. La agresividad está a la orden del día, y muertes violentas ocurren cada minuto.

¿Pero cómo actuar de modo distinto? Jesús de Nazaret, como parte del sermón del monte, manda que se amen a los enemigos, que se bendigan a los que nos maldicen, que se les haga el bien a los que nos odian, y que se ore por los que nos ofenden y persiguen. ¡Qué gran contraste este! Más aún, que difícil es para las personas naturales hacer esto. Y en esto radica lo que debe diferenciar el comportamiento de los cristianos con el resto: lo único capaz de permitirnos cumplir esto es experimentar el amor de Dios en nosotros. En necesario aclarar que cuando se habla del amor a los enemigos denota amor moral, implica deseos benignos y compasivos, no se refiere a afecto; pero aún así, es difícil no responder a los que nos agreden o atacan de la manera en que creemos que merecen. Y esta es una de las cosas en las que los cristianos marcan la diferencia: Dios nos amó antes a nosotros sin merecerlo y nos llamó a Su lado cuando nosotros lo atacábamos y negábamos, ofendíamos e injuriábamos.

Es a la intercesión aún por los enemigos a lo que estamos llamados, a que sean librados de las vendas que los ciegan y salgan de tinieblas a la luz de Cristo, porque no sabemos si antes éramos nosotros los agresores y por la oración de alguien estamos nosotros en los caminos de Dios.

Este es un reto difícil, pero con la ayuda del Espíritu Santo, seremos capaces de lograrlo. Ya casi terminando el año 2020 ¿Te atreves a intentarlo?

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