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En el amor no hay temor

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

1 Juan 4:18 RVR1960

De una manera u otra, todas las personas tememos estar expuestos a un juicio. Aún si somos inocentes, estamos expuestos ante personas que se dedican profesionalmente a encontrar faltas y castigarlas, y existe el temor de que puedan encontrar algún resquicio legal e incriminarnos. Saber que alguien puede tener poder sobre tu libertad, y enfrentarte a esa persona en un tribunal donde se te juzga, puede ser atemorizante.

Y, aunque muchas personas no lo toman en cuenta, la gran mayoría porque no cree en Su existencia, cada uno de nosotros será llevado a un juicio, donde serán expuestas y juzgadas hasta las más ínfimas acciones que hayamos hecho. Si ser sometido a un tribunal de semejantes puede ser muy estresante, que el juez sea el Creador del universo es abrumador, y cada uno de nosotros pasaremos por ello, creamos o no en Dios. Pero para los cristianos, esto podría ser causa de preocupación. Sin embargo, vemos en este pasaje que Juan dice: En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. El contexto es precisamente el juicio final, y nos alienta y anima a tener confianza cuando llegue ese momento. Nos habla de que no podemos tener temor de que seamos juzgados por nuestro Padre Celestial, que es Juez Justo y que, por demás, nos ama. Y este amor nos ha llevado a perfeccionarnos en Su camino, que hemos recorrido y lo haremos hasta el día final.

Más que temor, deberíamos estar esperando con ansias estar ante Dios, pasar este momento en el que todo cuanto hemos hecho quedará expuesto, pero no para castigo, sino para recompensa. Y después de ese momento, estaremos en el reino celestial para siempre. ¡El Señor te bendiga!

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A Ti clamaré, mi Dios

“A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo.”

Joel 1:19 RVR1960

Las personas que no creen en Dios tienen la percepción de que sus acciones no tienen consecuencias. Consideran que, porque no están sujetos a la obediencia a Dios, pueden hacer lo que les plazca. Este mismo comportamiento es visible también en los líderes de los países, los cuales dirigen y toman decisiones que afectan a millones de personas, y lo hacen desde la perspectiva de que solo ellos tienen el poder en sus manos, que nada ni nadie podrá arrebatárselos.

Pero no porque ignoremos o tratemos de negar a Dios dejará de estar ahí, viendo todo cuanto sucede. Y hay momentos en los que Dios ha desatado Su ira, en los que es necesario disciplinar a las personas, en los que nos estremece para que despertemos. En el contexto de este pasaje, vemos que una plaga de langostas que ha desolado los sembrados y lugares de pasto, dejando a personas y ganado sin alimento, azotados por el calor, siendo esto preludio del ataque de un ejército enemigo. Y Joel, viendo al pueblo indolente e insensible, expresa: A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. Viendo la plaga y una amenaza tangible en contra de ellos, salta a la acción y comienza a clamar por su pueblo, con Dios como única esperanza para que la situación se restablezca y normalice.

Si nuestro país está en rebelión contra Dios, y diversas calamidades y desastres nos azotan, sin importar si las autoridades, líderes o todo el pueblo no lo hace, clamemos a nuestro Padre para que, por misericordia, calme Su ira y perdone nuestra nación. Y así, gradualmente, más se irán incorporando hasta que nuestra tierra sea sana y nuestras transgresiones perdonadas. ¡El Señor te bendiga!

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Amen a Dios todos sus santos

“Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; a los fieles guarda Jehová, y paga abundantemente al que procede con soberbia.”

Salmos 31:23 RVR1960

Muchas personas van por la vida con altanería y jactancia, orgullosos de sus logros y miran por encima del hombro a los cristianos, cuestionándolos acerca de los beneficios que les trae servir a Dios. Este tipo de individuos suele hacer lo que sea necesario con tal de alcanzar sus metas, hasta de pasar por encima de otros, y viven con impunidad y sin temor a que nadie los pueda perjudicar. Y mientras los seguidores de Cristo procuran hacer bien a los demás, ellos solo sirven a sus propios intereses.

Un nuevo convertido, o un cristiano de poca madurez se preguntaría si vale la pena continuar el camino que estamos siguiendo, mientras los impíos prosperan en sus maldades sin castigo alguno. Sin embargo, el salmista nos recomienda: Amen a Dios, todos sus santos; a los fieles guarda Dios, y castiga con severidad al que procede con soberbia. En este pasaje está la aplicación de todas las verdades expuestas de este salmo. Todos los que siguen a Dios con fidelidad deben amarlo por quien Él es, por todo lo que ha hecho por nosotros, y por Su protección permanente sobre ellos. Pero las personas altivas y orgullosas en sus pecados, son particularmente desagradables a Dios, y a ellos dará su merecido a su debido tiempo.

Nuestro carácter y forma de ser debe demostrar nuestra naturaleza. Como cristianos, debemos ser agradecidos y reciprocar el amor que hemos recibido antes. El Padre Celestial hace mucho por nosotros, y nuestro único orgullo es poder ser contados dentro de los hijos de Dios. Abandonemos la soberbia, la práctica de la maldad y el pecado, para que podamos morar con Dios por la eternidad.

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Dios corrige a los que ama

“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”

Apocalipsis 3:19 RVR1960

Hoy en día es común encontrar niños que cometen todo tipo de actos de indisciplina y malacrianza en cualquier escenario, mientras los padres permanecen impasibles. Las nuevas tendencias de la psicología aluden a que el castigo o corrección puede afectar su autoestima, su personalidad e influir sobre su desarrollo. Sin embargo, este comportamiento ha   contribuido a incorporar más adolescentes y jóvenes sin ningún respeto por las autoridades o las reglas, con marcadas tendencias a lo ilegal, y quienes más sufren por su comportamiento son precisamente sus padres.

Cristo, en el mensaje a la iglesia de Laodicea, dice: Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. La iglesia se encontraba en un estado espiritual peligroso, pues, como expresa Jesús, ni eran fríos ni calientes (Apocalipsis 3:15 RVR1960), en una implicación de que no eran personas que no conocían de Cristo, ni cristianos fervientes, sino que se encontraban en un estado de conformidad y supuesta seguridad. La búsqueda y deseo de agradar a Dios había menguado y esto, más que acercarlos a la salvación, los alejaba. Siguiendo la línea conductual del Padre, precisamente por amor a las personas, corrige el comportamiento que puede llevarlos a perder la salvación e insta a que sean celosos con ella, y desistan del modo de actuación que tenían.

Del mismo modo sucede con nosotros. Dios no va a premiar nuestro mal comportamiento, o pecado. Aunque los cristianos usan frases como: ‘Dios me entiende, por eso lo hago’ o ‘que me perdone Dios, pero…’ y agregan cosas que saben que desagradan al Altísimo, son justificaciones que ponemos para nuestros malos comportamientos. Podemos tener comunión íntima con Él, pero precisamente mientras más cercanos seamos, más certeza debemos tener de que seremos corregidos para que regresemos al camino correcto, que nos lleva a la salvación y la vida eterna.

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El que los perturba llevará castigo

“Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo; mas el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea.”

Gálatas 5:10 RVR1960

Los ataques más complejos que pueden recibir los cristianos no son los que provienen de los inconversos, sino los que proceden de otros creyentes. En la actualidad existen muchas denominaciones y sectas que tienen como objetivo cristianos recién convertidos o débiles en la fe. Para lograr arrastrarlos, cambian y pervierten las interpretaciones de las Sagradas Escrituras para que se ajusten a lo que ellos quieren decir, dejando de ser la Palabra de Dios para convertirse en el mensaje de un oscuro líder religioso.

El apóstol Pablo escribe a los creyentes de Galacia, que estaban siendo bombardeados por maestros judaizantes, que pretendían que los gentiles se circuncidaran y que ponían en duda su ministerio, diciéndoles: yo confío de ustedes en el Señor, que no pensarán de otro modo; pero el que los perturba llevará castigo, sea quien sea. Dios tiene particular aprecio por sus hijos. Cada cristiano es especial para Él. Además, es muy celoso con Su Palabra. La persona que deliberadamente trata de confundir a otros para su beneficio, modifica las Sagradas Escrituras a su conveniencia, o hace que alguien se aparte de la iglesia, solo puede esperar recibir castigo por ello. No importa si es un pastor, un alto líder religioso, un estudioso, un discípulo o recién convertido, si producto a su actuar pervierte el mensaje de Dios, o arrastra a sus hijos a condenación, tendrá castigo ejemplarizante.

Nos queda a nosotros estar firmes en la sana doctrina, ser perseverantes en el estudio de la Palabra de Dios, depender del Espíritu Santo para su correcta comprensión, y una vez firmes en nuestras creencias y principios doctrinales, defenderlos y no dejarnos confundir. Por el contrario, refutar y rebatir bíblicamente los argumentos confusos que son empleados para respaldar el falso mensaje, rogando que medie el Espíritu de Dios para que la verdad salga a relucir, y de este modo, arrancar otra alma de la condenación.

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Corrigiendo a los hijos

“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.”

Proverbios 13:24 RVR1960

Uno de los aspectos más complicados y controversiales en la familia es la crianza de los hijos. Uno no se prepara para esto y los padres se enfrentan a un proceso tan importante y vital sin tener la más mínima idea de como hacerlo. Para los padres cristianos reviste mayor significación, pues deben inculcar valores a los niños que posteriormente serán cuestionados y solamente estando firmes podrán hacer frente a los intentos de corromper su educación.

Vemos en este pasaje de Proverbios que se nos dice: el que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige. Con las corrientes actuales de psicología, pedagogía y el conocimiento humano, se dice que el castigo deforma a los niños. Esto es diametralmente opuesto a lo que dice la Palabra de Dios. Vemos en la actualidad a muchos padres complacientes, que permiten malos comportamientos de los niños en cualquier escenario, y permanecen inmutables, sin siquiera regañarlos. Con el paso de los años, crecen y se convierten en personas irrespetuosas, indisciplinadas y que son vergüenza y afrenta a sus mismos progenitores. Es a temprana edad que se moldea el comportamiento, carácter y valores que el niño tendrá en su adultez. Es el momento de rectificar cualquier deformación de su conducta, que aprenda disciplina, obediencia, respeto por sus mayores y cortesía. No creemos que debe enseñarse sobre la base de los golpes, pero sí que un castigo oportuno puede prevenir deformaciones del carácter en el futuro.

Los padres cristianos debemos enseñar a nuestros hijos sobre la base del modelo perfecto de Dios. Nuestro Padre Celestial nos ama, pero corrige nuestra conducta precisamente porque no quiere que nos perdamos. Vemos en el registro bíblico, que cada vez que se pecaba, traía como consecuencia un castigo, aunque se perdonase la falta. En la actualidad, Dios también nos perdona, pero hay consecuencias cada vez que pecamos intencionalmente, para que nos apartemos de la práctica del pecado. Aplique este modelo adecuadamente, y alejará a su hijo del mal.

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