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Características de un padre

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.”

Lucas 15:20 RVR1960

Los padres son percibidos, en sentido general, de un modo distinto a las madres. Dentro de una familia, es el padre el que regaña y disciplina. Esto hace que parezca severo y distante, siendo la mamá la cariñosa y afable, sin embargo, nada más lejano de la realidad. El padre, como cabeza, tiene la obligación de encausar el rumbo que ha de tomar la familia, proveer sustento, velar por el orden y la disciplina, pero también es amoroso y preocupado, y en varias ocasiones, ha tenido que asumir el papel de la madre.

Jesús de Nazaret relata una parábola, en la que un padre tiene dos hijos, de los cuales el menor pide lo que le correspondía de la herencia, y la malgasta, llegando a pasar hambre al punto de querer comer la comida que se le echaba a los cerdos. Arrepentido de sus acciones, regresa al hogar para rogar el perdón del padre. Este, movido a misericordia, alegre porque su hijo había regresado, corrió, lo abrazó y besó, disponiendo que se hiciera una fiesta por su regreso. Cuando el hermano mayor vio el recibimiento, se disgustó, porque siempre estuvo junto al padre y no hallaba correcto que se celebrara la desobediencia y el despilfarro del hermano. El padre entonces le dice que todas las cosas que tenía eran del hermano mayor, pero que el menor era muerto y había revivido, se había perdido y fue hallado. Este padre mediaba entre sus hijos. Permitió que el menor saliera para que recibiera una lección, pero siempre estuvo preocupado por él.

De ese modo se comporta cualquier padre. Debe ser prudente, guiar, castigar si es necesario, educar y ser ejemplo a sus hijos. Pero también ama, se preocupa, lucha por sus hijos e intercede por ellos. Se alegra por sus logros, y sufre sus fracasos. Sin embargo, siempre está ahí para brindar apoyo. Un padre cristiano, además, tiene como modelo al Padre Celestial, el cual es explicado en detalle Su comportamiento para con nosotros en la parábola del hijo pródigo expuesta anteriormente, tiene cuidado de Sus hijos aun cuando estos lo han rechazado, y hace fiesta cuando un pecador se arrepiente. Hay una estrecha relación entre el comportamiento de Dios hacia nosotros y el de un padre hacia sus hijos. Y un padre cristiano es como un faro en medio de la tormenta, una guía hacia puerto seguro. Por eso, en este Día de los Padres, celebre junto a esos seres especiales de su familia, y dedique un tiempo especial al Padre que está en los Cielos, dándole gloria y honra. ¡El Señor te bendiga!

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El Señor no retarda Su promesa

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”

2 Pedro 3:9 RVR1960

Uno de los eventos que más se ha anunciado en el cristianismo primitivo, que reviste gran importancia para los creyentes y la humanidad en general, y que en la actualidad no se anuncia como se debería, es la segunda venida de Cristo. Para los primeros cristianos, y varias generaciones después de ellos, el regreso de Jesús era muy esperado, pues implicaría el inicio de un reinado de paz, santidad, justicia y presencia de Dios. Sin embargo, hoy en día es poco mencionado y la cristiandad ya no espera este hecho, aunque lo conoce. Creemos que falta mucho aún para que suceda, y mientras, los inconversos lo usan para burlarse de nuestra fe.

Si bien se confunden los eventos del rapto de la iglesia y la segunda venida de Cristo, lo cierto es que el primero anuncia el inminente acontecimiento del segundo. Este retorno de Jesús pondrá fin a la Gran Tribulación, y es un evento glorioso que será visible por todos. Pero lo que ahora resulta risible, tendrá un impacto inmenso en las vidas de los que lo experimenten, pues su destino será definido acá. Sucesos como la batalla final del Armagedón (Apocalipsis 16:12-16 RVR1960), la destrucción del imperio del Anticristo (Apocalipsis 19:19-21 RVR1960), la resurrección de los santos mencionados en el Antiguo Testamento y los de la Gran Tribulación (Daniel 12:1-2, Apocalipsis 20:4-6 RVR1960), y el juicio sobre Israel y las naciones, acontecerán para dar inicio a su reinado milenial. Cada uno de estos hechos causará conmoción en todo el mundo. Y lo que ahora causa risa, luego será confusión, dolor y llanto. Pero Pedro aclara por qué aún no ha tenido lugar: El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Dios muestra misericordia y tiene paciencia, no solo para dar tiempo a que los inconversos se arrepientan, sino que los propios cristianos se vuelvan de sus malas obras y regresen a Cristo. Dice: paciente para con nosotros, y este pasaje habla de los creyentes.

Algo es cierto: Cristo prometió que regresaría y lo hará. Pero el rapto de la iglesia será un evento inesperado. Debemos examinarnos, ver si hay algo mal con nosotros y ponernos a cuentas con Dios, pues si hay algo cierto, es que el fin está cerca. No dejemos que sea en vano el sacrificio de Cristo, arrepintámonos, y anunciemos el regreso de Jesús para que la iglesia esté lista. ¡El Señor te bendiga!

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Dios no miente ni se arrepiente

“Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”

Números 23:19 RVR1960

Todos hemos tenido ese amigo que no hay modo en que cumpla con su palabra. Cada vez que asegura que nos ayudará, que nos apoyará o hará algo en favor nuestro, podemos estar convencidos de que no lo cumplirá. Promesas y seguridad de que podemos contar con él en tiempos de dificultad son varias, y forman parte de las convenciones sociales el ofrecer asistencia en caso de un familiar enfermo, en caso de necesidad, pero que realmente se espera que no se lo moleste a uno. Y cuando la persona en apuros requiere de la ayuda, entonces nos justificamos y no cumplimos nuestra palabra.

Y nuestra sociedad está repleta de personas que dan certeza de lo que harán, que prometen todo tipo de cosas, y nunca cumplen. De modo general existe una gran incredulidad con respecto a la palabra de la gente, y si antes se era capaz de morir por la palabra empeñada, en la actualidad vale bien poco. Este aspecto cultural y social a veces ha trascendido también a nuestro trato con Dios. Nos encanta leer las promesas que el Altísimo tiene para nosotros en la Biblia, pero muy pocos se apropian verdaderamente de ellas. Nos gusta citarlas, y nos agrada como suenan, pero no hay verdadera fe en el cumplimiento de ellas. Es como si también temiésemos que no se cumplan en nuestra vida. Pero desde el Antiguo Testamento tenemos un mensaje de Dios a través de Balaam, que dice: Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? Y aunque este pasaje tiene un contexto determinado, encontramos aquí un rasgo de la naturaleza del Todopoderoso, no se echa atrás en Su palabra. No miente ni se arrepiente de sus promesas.

Si en algo podemos estar confiados es en las promesas de Dios. No temamos ni tengamos duda alguna. Su palabra es inamovible y no cambiará. Todo lo que ha prometido, se cumplirá en nuestras vidas. Queda que seamos lo suficientemente valientes para apropiarnos de ellas. ¡El Señor te bendiga!

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Características de un padre

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.”

Lucas 15:20 RVR1960

Los padres son percibidos, en sentido general, de un modo distinto a las madres. Dentro de una familia, es el padre el que regaña y disciplina. Esto hace que parezca severo y distante, siendo la mamá la cariñosa y afable, sin embargo, nada más lejano de la realidad. El padre, como cabeza, tiene la obligación de encausar el rumbo que ha de tomar la familia, proveer sustento, velar por el orden y la disciplina, pero también es amoroso y preocupado, y en varias ocasiones, ha tenido que asumir el papel de la madre.

Jesús de Nazaret relata una parábola, en la que un padre tiene dos hijos, de los cuales el menor pide lo que le correspondía de la herencia, y la malgasta, llegando a pasar hambre al punto de querer comer la comida que se le echaba a los cerdos. Arrepentido de sus acciones, regresa al hogar para rogar el perdón del padre. Este, movido a misericordia, alegre porque su hijo había regresado, corrió, lo abrazó y besó, disponiendo que se hiciera una fiesta por su regreso. Cuando el hermano mayor vio el recibimiento, se disgustó, porque siempre estuvo junto al padre y no hallaba correcto que se celebrara la desobediencia y el despilfarro del hermano. El padre entonces le dice que todas las cosas que tenía eran del hermano mayor, pero que el menor era muerto y había revivido, se había perdido y fue hallado. Este padre mediaba entre sus hijos. Permitió que el menor saliera para que recibiera una lección, pero siempre estuvo preocupado por él.

De ese modo se comporta cualquier padre. Debe ser prudente, guiar, castigar si es necesario, educar y ser ejemplo a sus hijos. Pero también ama, se preocupa, lucha por sus hijos e intercede por ellos. Se alegra por sus logros, y sufre sus fracasos. Sin embargo, siempre está ahí para brindar apoyo. Un padre cristiano, además, tiene como modelo al Padre Celestial, el cual es explicado en detalle Su comportamiento para con nosotros en la parábola del hijo pródigo expuesta anteriormente, tiene cuidado de Sus hijos aun cuando estos lo han rechazado, y hace fiesta cuando un pecador se arrepiente. Hay una estrecha relación entre el comportamiento de Dios hacia nosotros y el de un padre hacia sus hijos. Y un padre cristiano es como un faro en medio de la tormenta, una guía hacia puerto seguro. Por eso, en este Día de los Padres, celebre junto a esos seres especiales de su familia, y dedique un tiempo especial al Padre que está en los Cielos, dándole gloria y honra.

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Si nos volvemos a Dios

“pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.”

Nehemías 1:9 RVR1960

La justicia humana es compleja. Una misma causa puede variar en su castigo, dependiendo del nivel de contactos, dinero y poder que tenga uno u otro. Ser pobre y sin relaciones, puede hacer que asumas la pena máxima. Esto permite que ciertas personas se sientan por encima de la ley y cualquier condena. Y, de alguna manera, esto se ha arraigado en la población, creyendo que hacer el mal puede atenuarse para no recibir castigo, y esto tratan de imputárselo a la justicia de Dios también.

Cada israelita sabía que Dios es misericordioso, pero también justo. Su naturaleza no está en conflicto, y cuando le fallamos muestra misericordia al estar dispuesto a perdonarnos, pero también justicia, y castiga lo mal hecho. El pueblo israelita había sido dispersado por sus constantes rebeliones y desobediencias a Dios, y al enterarse Nehemías de la situación de ruinas en la que se encontraba Israel, se inclinó, hizo duelo y ayuno, orando a Dios. Reconoció el cumplimiento de lo que había sido dicho a Moisés por Dios, acerca de dispersar el pueblo hebreo si pecaran, pero continuó aferrándose a la segunda parte de esto, al decir: pero si se vuelven a mí, y guardan mis mandamientos, y los ponen por obra, aunque su dispersión fuese hasta el extremo de los cielos, de allí los recogeré, y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. El Altísimo cumple sus promesas. Y producto a las rebeliones, los judíos fueron castigados, pero siempre quedó una puerta abierta para la reconciliación, por Su misericordia. Dios escuchó la oración, y este libro narra la restauración de Jerusalén, respaldada desde lo alto.

Nuestra rebeldía nos aparta de Dios, y estamos expuestos a un castigo justo por nuestro pecado, pero si regresamos a Él arrepentidos, y obedecemos sus preceptos, y actuamos en consecuencia, recibiremos perdón. Y sea cual sea nuestra situación, podremos reconciliarnos con el Padre Celestial, restaurar nuestra relación y recibir los beneficios y derechos prometidos. ¡El Señor te bendiga!

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Dios corrige a los que ama

“Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.”

Apocalipsis 3:19 RVR1960

Hoy en día es común encontrar niños que cometen todo tipo de actos de indisciplina y malacrianza en cualquier escenario, mientras los padres permanecen impasibles. Las nuevas tendencias de la psicología aluden a que el castigo o corrección puede afectar su autoestima, su personalidad e influir sobre su desarrollo. Sin embargo, este comportamiento ha   contribuido a incorporar más adolescentes y jóvenes sin ningún respeto por las autoridades o las reglas, con marcadas tendencias a lo ilegal, y quienes más sufren por su comportamiento son precisamente sus padres.

Cristo, en el mensaje a la iglesia de Laodicea, dice: Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. La iglesia se encontraba en un estado espiritual peligroso, pues, como expresa Jesús, ni eran fríos ni calientes (Apocalipsis 3:15 RVR1960), en una implicación de que no eran personas que no conocían de Cristo, ni cristianos fervientes, sino que se encontraban en un estado de conformidad y supuesta seguridad. La búsqueda y deseo de agradar a Dios había menguado y esto, más que acercarlos a la salvación, los alejaba. Siguiendo la línea conductual del Padre, precisamente por amor a las personas, corrige el comportamiento que puede llevarlos a perder la salvación e insta a que sean celosos con ella, y desistan del modo de actuación que tenían.

Del mismo modo sucede con nosotros. Dios no va a premiar nuestro mal comportamiento, o pecado. Aunque los cristianos usan frases como: ‘Dios me entiende, por eso lo hago’ o ‘que me perdone Dios, pero…’ y agregan cosas que saben que desagradan al Altísimo, son justificaciones que ponemos para nuestros malos comportamientos. Podemos tener comunión íntima con Él, pero precisamente mientras más cercanos seamos, más certeza debemos tener de que seremos corregidos para que regresemos al camino correcto, que nos lleva a la salvación y la vida eterna.

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Características del padre

“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.”

Lucas 15:20 RVR1960

Los padres son percibidos, en sentido general, de un modo distinto a las madres. Dentro de una familia, es el padre el que regaña y disciplina. Esto hace que parezca severo y distante, siendo la mamá la cariñosa y afable, sin embargo, nada más lejano de la realidad. El padre, como cabeza, tiene la obligación de encausar el rumbo que ha de tomar la familia, proveer sustento, velar por el orden y la disciplina, pero también es amoroso y preocupado, y en varias ocasiones, ha tenido que asumir el papel de la madre.

Jesús de Nazaret relata una parábola, en la que un padre tiene dos hijos, de los cuales el menor pide lo que le correspondía de la herencia, y la malgasta, llegando a pasar hambre al punto de querer comer la comida que se le echaba a los cerdos. Arrepentido de sus acciones, regresa al hogar para rogar el perdón del padre. Este, movido a misericordia, alegre porque su hijo había regresado, corrió, lo abrazó y besó, disponiendo que se hiciera una fiesta por su regreso. Cuando el hermano mayor vio el recibimiento, se disgustó, porque siempre estuvo junto al padre y no hallaba correcto que se celebrara la desobediencia y el despilfarro del hermano. El padre entonces le dice que todas las cosas que tenía eran del hermano mayor, pero que el menor era muerto y había revivido, se había perdido y fue hallado. Este padre mediaba entre sus hijos. Permitió que el menor saliera para que recibiera una lección, pero siempre estuvo preocupado por él.

De ese modo se comporta cualquier padre. Debe ser prudente, guiar, castigar si es necesario, educar y ser ejemplo a sus hijos. Pero también ama, se preocupa, lucha por sus hijos e intercede por ellos. Se alegra por sus logros, y sufre sus fracasos. Sin embargo, siempre está ahí para brindar apoyo. Un padre cristiano, además, tiene como modelo al Padre Celestial, el cual es explicado en detalle Su comportamiento para con nosotros en la parábola del hijo pródigo expuesta anteriormente, tiene cuidado de Sus hijos aun cuando estos lo han rechazado, y hace fiesta cuando un pecador se arrepiente. Hay una estrecha relación entre el comportamiento de Dios hacia nosotros y el de un padre hacia sus hijos. Y un padre cristiano es como un faro en medio de la tormenta, una guía hacia puerto seguro. Por eso, en este Día de los Padres, celebre junto a esos seres especiales de su familia, y dedique un tiempo especial al Padre que está en los Cielos, dándole gloria y honra.

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He venido a llamar pecadores

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”

Lucas 5:32 RVR1960

Una de las excusas que ponen las personas cuando se les invita a la iglesia es que está llena de pecadores. Alegan que han visto personas allí que conocen de la calle, y que no pueden creer que sean cristianos. Otros creen que los creyentes no pueden equivocarse y que deben ser perfectos. Al tener cualquier tipo de roce o situación con ellos, quieren irse de esa congregación, y se sienten muy ofendidos. Sin embargo, cualquiera de estos escenarios no puede estar más lejos de la realidad.

En el evangelio según Lucas, se nos relata que Jesús de Nazaret responde al ser cuestionado acerca de las personas con las que se reunía: no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. El llamado no es a los que son salvos, sino esos salvos a hablar, reunirse, predicar y pasar tiempo con los inconversos, para anunciarles el Evangelio de Salvación. Y precisamente las personas que se encuentran en la iglesia, son aquellas que eran pecadoras, pero que fueron redimidas por Cristo. No son perfectas, no son infalibles, son personas que alcanzaron la salvación y siguen al Mesías tratando de perfeccionarse cada vez más y combaten día a día contra su naturaleza pecadora. Son personas que antes estuvieron en el mundo, se percataron que Dios tenía un propósito con ellos, reconocieron su pecado y se arrepintieron con el objetivo de ser salvos y reconciliarse con Dios.

Jesucristo vino por los pecadores y Dios quiere que esas sean las personas que alcancemos. Aunque discipulemos, pasemos tiempo con los hermanos, y tengamos confraternidad con otras denominaciones, como seguidores del Mesías, nuestros esfuerzos deben estar también encaminados a alcanzar almas. Debemos recordar la intercesión, la evangelización, hablar de Cristo a los que no lo conocen, y hacer todo cuanto esté en nuestras manos por ser herramientas útiles en llevar a los pecadores al arrepentimiento.

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