“Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto.”
Salmos 38:9 RVR1960
Hay varios aspectos del lenguaje corporal que denotan el estado anímico de una persona, y uno de ellos es el suspiro. Además de su importante necesidad fisiológica, pues se ha demostrado que sirven para inflar los alveolos pulmonares puesto que la respiración normal es insuficiente para mantener el cuerpo con vida y se suspira al menos una vez cada cinco minutos, suspirar está estrechamente relacionado con situaciones emocionales. Preocupación, estrés, agobio, aburrimiento, incertidumbre, anhelo, añoranza, muchas emociones son expresadas mediante suspiros involuntarios.
Y aunque para el resto de las personas pase desapercibido un suspiro ocasionado por alguna situación que nos inquieta, o determinada necesidad, no sucede igual con Dios. Nuestro Padre Celestial está pendiente de nosotros permanentemente. Conoce nuestras necesidades aún antes de que nos demos cuenta que las tenemos, de que nos preocupe siquiera. El salmista reconoce: Señor, delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto. Nada de lo que sentimos, deseamos, pensamos, nos inquieta o atormenta puede esconderse de la vista del Altísimo. Sin embargo, muchos tenemos la mala costumbre de tratar de solucionar las cosas por nuestros medios, en vez de contar con Él, así que pacientemente espera a que nos acerquemos y le contemos nuestros asuntos.
Ya sean nuestras necesidades, gustos, problemas o angustias, todo es visible a Dios. Contémosle lo que tenemos en mente y acerquémonos a Él, dejando de confiar en nosotros, para que nos sea proporcionado lo que verdaderamente solucionará y satisfará todo, de manera perfecta y precisa. ¡Dios te bendiga!
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Minutos con Dios 