Buscando a Jehová

“Buscad a Jehová y su poder; Buscad su rostro continuamente.”

1 Crónicas 16:11 RVR1960

En el mundo actual el hombre se ha acostumbrado a vivir alejado de Dios. Corrientes filosóficas modernas han generado la tendencia a creer que solo importa lo que piensa un individuo, centrando la atención sobre el ser humano y anulando la existencia de un Ser Todopoderoso. Sin embargo, aún ateos y agnósticos en accidentes, fenómenos naturales o situaciones de vida o muerte han clamado a un Dios al que niegan. Cuando se rompe la falsa sensación de dominio que tenemos de lo que nos rodea y tenemos certeza de que por nuestras fuerzas no podemos resolver el problema, acudimos al Creador.

Vamos a Dios en situaciones extremas, fundamentalmente cuando los especialistas en los que ponemos nuestras esperanzas nos dicen que no es posible hacer nada. En ese momento, como último recurso, vamos a Él.

Pero en nuestra vida cotidiana, a veces vamos a buscar a alguien que nos puede ayudar en una necesidad que tenemos. Queremos que nos brinde apoyo, y nos tienda la mano para salir de la situación en la que nos encontramos. Pero posteriormente a esto, nos olvidamos de esa persona, hasta que necesitamos otra asistencia.

Y por momentos queremos hacer esto mismo con Dios. Queremos obtener sus beneficios y que Él esté en función nuestra.

David, rey de Israel, nos alienta a buscar a Dios continuamente. No nos dice que lo hagamos solo cuando necesitemos, sino que constantemente le busquemos. 1 Crónicas 16:11 forma parte de una alabanza que David está dedicándole al Todopoderoso luego de traer el arca del pacto y colocarla en el tabernáculo. Este rey reconocía la importancia de que Dios habitase en medio de su pueblo y de la misma manera que hizo con los israelitas, nos insta a que lo dejemos que haga lo mismo hoy.

No deben ser los beneficios personales la razón por la que lo buscamos, pero si es necesario que seamos amigo de Dios si queremos tener acceso a su poder. Debemos tener con Él un trato íntimo, cercano, fraternal. Y la única manera de hacerlo es primeramente reconciliándonos con Él, reconociendo nuestros pecados, aceptando a Cristo como Señor y Salvador y, a partir de este punto, relacionándonos diariamente mediante la oración, la lectura y meditación de las Santas Escrituras.

¿Qué te parece? ¿Quieres que Dios escuche tu petición? ¿Tienes lo que se necesita para relacionarte con Dios?

Deja un comentario